martes, 9 de noviembre de 2010

La tía María

Hay personas que son parte del mapa de la vida de cada cual. Cuando desaparecen, es como una mancha de tinta en ese mapa. Algo se borra, se empieza a hacer difuso. Los recuerdos te dan pena y luego una sensación como de vejez de la memoria. De que todo lo que pasó con esa persona fue un sueño.

Ayer murió la tía María. Mi relación de parentesco con ella es difícil de explicar, pues se supone que era prima de mi abuelo, pero en los albores del 1900 los parentescos estaban muchas veces definidos por relaciones de amistad más que de sangre.

Ella estuvo siempre ahí, cariñosa y amable. La conocí vieja. Nunca imaginé cómo habrá sido de joven. Recuerdo que siempre me decía cosas halagadoras cuando iba a su casa, que me encontraba linda o simpática, cosas que diría una abuela a su nieta. Y me ofrecía un vasito de Coca-Cola.

Hoy lloré cuando supe la noticia. Los personajes que poblaron mi infancia van desapareciendo. Se van al libro de la memoria. Lloré y pensé en ella, en los que se fueron y en los que se irán. Escuché en mi mente la canción de Pedro Aznar, "Amar y dejar partir". Me quedo con la letra:

Lo que algún día
tuvo comienzo
tendrá fin
somos lluvias
en un río de abril

Todo se marcha
todo nos deja
seguir
es pañuelo que se agita
vivir

Cuando no estés
serás una sed
hebra de luz
en mi ser
tu ser

Cuánto camino
hicieron mis pasos
aquí
hoy soy sólo los abrazos
que di

La arena sabe
amar y dejar partir
quién pudiera
tan liviano
fluir

Cuando no esté
me harás florecer
en tu recuerdo
y seré
seré...