jueves, 23 de diciembre de 2010

Elsa

No sabía de días porque vivía en un mundo donde no había fechas ni calendarios. Su reloj se detuvo en los años 30, época que para los viejos nostálgicos era más simple, pero que para las mujeres valientes fue una tortura. No sólo porque había que callar las pasiones, los miedos, las aventuras, sino porque había que pretender ser quien no se era.

Ella era una mujer valiente, perseverante y decidida. Tierna y romántica, también. Supo vivir con lo que tenía, que a veces no era más que un saco de harina para hacer pan y seis bocas para alimentar. En esos días, miraba por la ventana hacia el campo de flores, pero no le recordaban momentos más alegres. Le traían a la memoria ese tiempo en que ensangrentó sus manos cortándolas para llevarlas a Valparaíso.

No sabía de días, porque una noche su cabeza decidió que no seguiría trabajando. Su memoria se extinguió como esas lámparas de gas que alguna vez hubo en su casa. Amaba las aceitunas pero una tarde olvidó cómo se llamaban. Otro día, tal como esas brisas que pasan rápido y levantan las faldas a las niñas desprevenidas, olvidó su nombre y el del que amó toda su vida. Sabía que su cuerpo seguía estando ahí, pero ya no lo reconocía. Por las noches, cuando sentía roncar a alguna de sus hijas que se turnaban para cuidarla, solía tocarse por completo. Desde los pies hasta llegar a su cabello, para ver si se reconocía. Luego trataba de gemir como en los tiempos idos, pero en eso despertaba a su guardiana y alcanzaba a mascullar un "quiero ir al baño", para que no la sorprendieran en tan secreto afán.

Durante los veranos, se quedaba mirando los damascos. Esa fruta tan llena de color y con un cuesco rugoso al centro, llena de fibras, llena de olor, le recordaba algo. Tal vez un verano en el que con sus primos y hermanas se tiraban piqueros en el río, y salían corriendo del agua a comer esa fruta olorosa.

Sus últimas palabras, a los 94 años, fueron una anécdota. En cambio su familia las interpretó como una señal, un camino a seguir. Ella dijo "miren por la ventana". Nadie, mas que ella, sabrá que significaban.

(Te extraño, Elsa)

domingo, 5 de diciembre de 2010

La Nación y sus viudos

Cuando apareció en los medios que el diario La Nación se cerraba, los comentarios celebraban, casi en forma unánime, la medida. "Esos periodistas ahora van a saber lo que es trabajar", "sólo se dedicaban a hacer campaña por la Concertación", y así.

Es cierto que este diario venía decayendo hace tiempo, pues contaba con una baja lectoría en su versión papel. También es cierto que hubo quienes lo usaron para hacer campaña de una manera tan burda, que el proselitismo de otros medios pasaba colado.
Pero esos tienen nombre y apellido. Y la historia se encargará de ponerlos en su sitio.

Para quien nunca estuvo en el edificio de Agustinas es difícil entender la mística que existía en ese lugar de trabajo. Tampoco sabían que allí se escribían cosas que en otros medios se callaban. Se hablaba de pobreza de una forma diferente, tanto que la sección Sociedad fue finalista con varias crónicas el año 2007 del premio Pobre el que no cambia de mirada. Uno de los trabajos, de Antonio Valencia, era una infografía con la foto de una familia que vivía con $120 mil pesos al mes. En ella, se detallaba en qué se gastaba la plata el clan. Otra crónica, de mi autoría, hablaba de la estafa de la educación secundaria técnica, que prometía una salida laboral digna, que pocas veces se cumplía.

Allí me formé como periodista de Educación. Más que eso, allí aprendí a escribir. Aprendí a distinguir noticia de anécdota, aprendí a escuchar. Aprendí que en el trabajo, si hay mística y ganas, se pueden hacer grandes cosas. Que un equipo unido, aunque sean cinco gatos, puede mover a un diario completo. Que las convicciones hay que pelearlas, que la autocensura puede ser la peor enemiga de un periodista. Aprendí de personas valientes, y también de las que no lo eran, a enfrentar las presiones, los cambios de titular, los retos del jefe.

Sin embargo, la anécdota de un puñado de periodistas no tendría valor si no fuera porque esos periodistas se la jugaron por decir cosas diferentes. Esa es la gran pérdida tras el cierre de un periódico de 93 años de historia: se calla una voz distinta, se da una señal de que no vale la pena pelear por interpretar la realidad lejos del duopolio. Lejos de la tele, de los realities y la farándula.

Golpeábamos a los grandes, aunque ellos tenían 40 autos para salir a reportear y nosotros, dos. Nunca había plata, pero la cobertura se hacía con pasión. A pesar de que sabíamos que pocos nos leían. Hablábamos de cómo las mujeres de la cárcel se las arreglan para tener sexo, de lo que pasa en los campamentos, de cómo es el invierno en las casas chubi, de las escolares embarazadas, de los robos de los dueños de las escuelas subvencionadas. Teníamos una sección, "Yo acuso" en la que perseguíamos a las empresas para que se hicieran responsables por sus errores. Cosas chicas, pero relevantes a la hora del servicio público. Una vez, conseguimos que Lan recuperara una maleta perdida y otra, que una inmobiliaria se hiciera cargo de una mala venta de una propiedad.


En fin, los que quedamos viudos de La Nación sabemos lo que ocurrió en ese edificio de calle Agustinas. Los que leían el diario porque seguía persiguiendo a los violadores de los derechos humanos; las minorías de cualquier tipo; los que nunca salen en los medios, también lo saben. Por eso, estuvieron en la despedida. Porque se quedaron un poco más solos, igual que nosotros.




martes, 9 de noviembre de 2010

La tía María

Hay personas que son parte del mapa de la vida de cada cual. Cuando desaparecen, es como una mancha de tinta en ese mapa. Algo se borra, se empieza a hacer difuso. Los recuerdos te dan pena y luego una sensación como de vejez de la memoria. De que todo lo que pasó con esa persona fue un sueño.

Ayer murió la tía María. Mi relación de parentesco con ella es difícil de explicar, pues se supone que era prima de mi abuelo, pero en los albores del 1900 los parentescos estaban muchas veces definidos por relaciones de amistad más que de sangre.

Ella estuvo siempre ahí, cariñosa y amable. La conocí vieja. Nunca imaginé cómo habrá sido de joven. Recuerdo que siempre me decía cosas halagadoras cuando iba a su casa, que me encontraba linda o simpática, cosas que diría una abuela a su nieta. Y me ofrecía un vasito de Coca-Cola.

Hoy lloré cuando supe la noticia. Los personajes que poblaron mi infancia van desapareciendo. Se van al libro de la memoria. Lloré y pensé en ella, en los que se fueron y en los que se irán. Escuché en mi mente la canción de Pedro Aznar, "Amar y dejar partir". Me quedo con la letra:

Lo que algún día
tuvo comienzo
tendrá fin
somos lluvias
en un río de abril

Todo se marcha
todo nos deja
seguir
es pañuelo que se agita
vivir

Cuando no estés
serás una sed
hebra de luz
en mi ser
tu ser

Cuánto camino
hicieron mis pasos
aquí
hoy soy sólo los abrazos
que di

La arena sabe
amar y dejar partir
quién pudiera
tan liviano
fluir

Cuando no esté
me harás florecer
en tu recuerdo
y seré
seré...

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Celebrando los 200

Esta cosa de las fiestas patrias siempre terminan saturando de patrioterismo, "banderismo", chovinismo y todos esos ismos que nos hacen sentir como borregos siguiendo discursos que llaman a una cosa indefinida que bautizan como unidad nacional y defensa de los valores patrios. Me cargó la celebración oficial del bicentenario porque estuvo repleta de discursos excluyentes: que somos un país a punto de ser desarrollado, sin grandes conflictos sociales, que baila cueca, que se levanta del sufrimiento una y otra vez...En fin, discursos todos que dejan fuera a una parte importante de los chilenos, que solo tienen como misión en la vida ser comparsa de una elite que los incluye en su imaginario (y en sus oraciones, por cierto) cuando quedan atrapados en el interior de un yacimiento minero.

Estas celebraciones son un reflejo de lo que nos falta como país. Mientras todos los supermercados adornaban sus góndolas con banderas y papelería tricolor, se negaban a dar feriado a sus trabajadores. Y cuando una ley los obligó, los dueños de uno de ellos, el Jumbo, decidieron que mantendrían sus locales abiertos durante tres días para que los consumidores pudieran comprar la carne para el asado, incluso si se les ocurría hacerlo a las 3 de la mañana. Un local abierto 24 horas no sería motivo de reclamo si esta misma empresa no pagara la miseria de $ 2.400 pesos por hora extra a sus trabajadores. Viva Chile.

Eso es la celebración oficial. En cuanto a las celebraciones personales, debo decir que esta fue una de las mejores fiestas que he pasado en mi vida. Fui a casa de mis padres en la localidad rural de Pataguas Cerro. Y pude vivir un poquito como vive esa comunidad. Fue increíble: no paramos de reír, bailar, comer cualquier cosa salida de las cocinas siempre encendidas, tomar mate. Y fuimos con familia y amigos a la fiesta costumbrista. Una fiesta en la que no se escucha más que grupos folclóricos de la zona y se come sólo la comida tradicional, por decisión de los organizadores. Lo único que estos huasos no pudieron evitar es que se vendiera ron....hay algunos que no abandonan sus costumbres etílicas por nada.

Más que por la fiesta, lo que de verdad hizo de esta celebración memorable es que todos parecían ser amigos. Incluso los que no se habían visto nunca se saludaban e intercambiaban palabras, cosa que no es muy habitual en el cotidiano chilensis. Alguien te sacaba a bailar y no podías decir que no. Y cuando pusieron cumbias, los jóvenes no aguantaron mucho rato y pidieron que volvieran a tocar cueca.

En esta feria, el grupo que está contra la termoeléctrica tuvo su stand. Aunque terminé medio insolada por estar toda la mañana armándolo, fue una gran experiencia. Mucha gente se acercó a preguntar, a firmar su apoyo o a decir que estaba a favor de este tipo de plantas. Fue enriquecedor y a la vez, una muestra de que no estamos tan dormidos como parece.

La despedida de esta fiesta y de los amigos fue triste, como si hubiésemos compartido toda una vida. Nos abrazamos con nostalgia prematura porque va a pasar mucho tiempo antes de que volvamos a vernos. Ojalá sea en una celebración como ésta, en la que la sencillez es la premisa y el ánimo de disfrutar y conocer a otros, lo que se debe llevar puesto.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Diego Portátil

Fui a ver el documental "Diego Portales, la Ultima Carta". No me acuerdo el nombre de la realizadora pero es de la productora "Sólo por las niñas". La historia parte cuando encuentran los restos mortales del ministro -que fue un presidente en las sombras después de la Guerra de Independencia- en la Catedral de Santiago. Portales es retratado como un tipo duro, que hace lo que está a su alcance, desde desterrar a sus enemigos, fusilarlos y decretar leyes secretas, para que el país tenga un orden aceptable para poder empezar a hacer negocios en él.
La cosa es que me queda la misma sensación de siempre respecto a los personajes históricos: pueden ser unos salvadores de la patria o unos verdaderos hijos de puta. Nada nuevo en eso, salvo las intervenciones de Gabriel Salazar, siempre poniendo la nota izquierdosa entre tanto historiador de derecha.
Salazar es un maestro. Premio Nacional de Historia, dedica su investigación a todos aquellos que la historia oficial no cuenta, como los niños guachos, peones, proletarios...los pobres.
En una de sus intervenciones, Salazar concluye que nuestra idiosincrasia es hija de la dictadura (de todas las que han habido en la historia de Chile) y de las intervenciones militares. Todas nuestras constituciones nacen a partir del autoritarismo. Nunca pudo participar otro que no fuera adicto al tirano de turno, pensemos en un Jaime Guzmán en tiempos de Pin8. De ahí en adelante entonces...todo mal. Se nos dice que somos un país ordenado, pero en realidad somos un país plagado de sumisos ante el autoritarismo de unos pocos (concluye el documental), los mismos de siempre. Los que redactan constituciones, los que reprimen en la calle y los que en unos cien años más van a ser encontrados y vueltos a enterrar, como Portales -el gran puta madre de la patria- con honores de Estado.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Bar The Clinic

Yo pensaba que era como un Liguria barato, pero fue una sorpresa agradable el Bar The Clinic. Es cierto que hay mucha gente engrupida por la marca, pero también hay otra que va a disfrutar genuinamente de platos como el "Longueira", longaniza larga con dos papas al lado (nada a la imaginación) que está para convertirse en un clásico. Un detalle que terminó de conquistarme, además de la carta con chistes y buenos nombres de comida y bebida, fueron las frazadas en el patio, que sirven para incentivar al público a quedarse en invierno. Más encima, si en el lugar donde están se promocionan, cómo no, como "zafradas pal frío". Chilenismos nuevos y antiguos se mezclan con música de Los Jaivas y Sol y Lluvia para los nostálgicos...una estética que se ha estado instalando de a poco en bares de Santiago.
Le doy tres millones cuatrocientas mil estrellas y un longueira, parafraseando al pendejito este que critica películas en El Mercurio.

domingo, 29 de agosto de 2010

El pueblo unido

"La familia minera no es la que
conocimos hace 100 o 150 años,
hoy el minero es educado...un minero
que se puede sentar en cualquier
mesa de Chile"
Mario Sepúlveda, atrapado en la Mina San José

El drama de los 33 mineros atrapados en el yacimiento San José ha emocionado a todo el país. Nadie puede quedarse afuera cuando se ve en televisión un video de un viejo minero enviando saludos a su familia, diciendo que están bien y que tienen esperanzas de salir.

Esta historia, en la que el Estado y la empresa privada una vez más son cómplices de la precariedad en el trabajo de los obreros de Chile, muestra una cara diferente. Las palabras de Mario Sepúlveda lo reflejan. Dicen "ya no somos los ignorantes que pensaban que éramos". Pura conciencia de quien se es y de lo que se tiene para luchar.

Esta historia ha sido la epopeya del pueblo unido. Desde el chofer del camión que no durmió para recorrer medio Chile para llegar a tiempo con la sonda, hasta el carabinero que juega fútbol con los hijos de los atrapados. Parvularias que les hacen clases, un señor anónimo que reparte agua potable en el campamento donde esperan los familiares, operarios de máquinas haciendo turnos de 24 horas. Todos, reconociendo que la unidad hace la fuerza. El pueblo unido versión 2.0.

Otro ejemplo de pueblo unido es lo que pasa con la pelea contra las hidroeléctricas y las termoeléctricas a lo largo del país. El caso más evidente es el de Punta de Choros: una comunidad pequeña que se organiza de a poco, defendiendo una de las reservas marinas más bellas de Chile, a la que termina adhiriendo todo un país. Este grupo organizado consiguió que el presidente y su gobierno cambiaran de planes: si a principio de año la empresa Suez Energy, encargada del proyecto de instalar la central cerca de la reserva, recibía el visto bueno del Ejecutivo, tras la protesta ciudadana en las capitales regionales de casi todo el país, Piñera detuvo el proyecto, usando las típicas artimañas de la elite chilena: el llamado al amigo que conoce al amigo y que detiene el proyecto. Cero institucionalidad, puro compadrazgo. Por lo menos, como pocas veces ésta fue a nuestro favor.

Las comunidades rurales ya no somos las mismas de hace 100 o 150 años, parafraseando al amigo minero. Los hijos de los campesinos salieron a estudiar y ahora aportan desde sus saberes, que mezclan la experiencia del campo y la ciudad. Las poblaciones rurales no reclaman contra la instalación de una termoeléctrica por causa de su ignorancia sino todo lo contrario: porque saben de los perjuicios que traen y lo pueden demostrar con cifras y datos, tal como les gusta a los tecnócratas.

En esta mano -como dijo el huaso- a ver quien es mas "agallao".


viernes, 20 de agosto de 2010

El doble taller

El maestro del periodismo, Ryszard Kapuscinski, decía que los periodistas debíamos tener una cultura del doble taller. Es decir, una cosa es tener que correr por la crónica y hacer la pega para cumplir con los tiempos y espacios de la redacción, pero otra es madurar las ideas, escribir con pasión y buscar historias que a lo mejor nunca nos harán millonarios pero sí inmensamente felices.

En una interpretación libre de la idea del doble taller, les dejo uno de mis proyectos paralelos. Más que nada para que me ayuden a su difusión. Se trata de la pelea de una comunidad rural contra la instalación de una termoeléctrica. La eterna historia de David y Goliat. ¡Hasta cuando, Goliat, déjate de joder!

www.pataguasintermoelectrica.cl

Mientras más difusión, más creceremos las y los pequeños davicitos.

Tres ideas para antes de dormir

(Extraído del facebook de Pancha Aguilar)

Preguntarnos a cada momento es un ejercicio neuronal, una acción que nos mantiene vivos, conectados con el exterior e intensamente con el interior. Entre el viaje de vivir, de estar presentes y ausentes la mayor parte del tiempo, vamos construyendo casualmente una breve intención de proyecto, algo parecido a un timón que se inclina a la suerte de los vientos que soplan.


Existen casos donde el timón parece ser guiado por "otros". Para muchos es agradable ser tirados por bueyes, parece una buena estrategia dejar que alguien gaste sus fuerzas mientras guardamos nuestras energías para algo que no sabemos bien qué es. La idea es flamear, flotar hasta que alguien nos diga para dónde ir y cómo hacer el viaje.

Sin embargo y por fortuna, existen los que tienen su propio timón, el llamado "proyecto personal". Descubrir qué hacer en la vida y con ella, es algo que requiere tiempo, y no en sentido cronológico, sino TIEMPO, espacio, aire, reflexión, hasta fascinarnos con todo aquello que abarcan los ojos. Ni un momento parece perdido y todo sorprende, todo parece tener explicación, sentido e intención por existir. Cada elemento parece intervenir y colaborar con dicho proyecto.

Pero, sin embargo, no obstante :), el proyecto no tendría sentido si no es capaz de colaborar con el plan mayor, aquel plan que podríamos definir como humanidad, niños, mujeres, pequeños pueblos, analfabetos, pobres, vulnerados, incapaces, corazones, sonrisas, universo, etc. Existe algo más afuera de nosotros, además de ese insistente hábito de mirarnos el ombligo...

jueves, 19 de agosto de 2010

Buenos aires

Atravesando la avenida 9 de julio, esa misma que los argentinos dicen que es la más ancha del mundo, me detuve para hacer una foto del obelisco. En realidad, nunca me ha entusiasmado mucho el obelisco, pero me dejé llevar por la euforia turística del lugar. De repente, un chico de unos 17 años se me acerca con cara amenanzante y hablando entre dientes me dice "pasáme la cámara, tengo una pistola, pasáme la cámara". Yo, muerta de miedo, le dije que no. Estábamos en la mitad de la avenida y miré el semáforo y los autos que esperaban el verde. Iba a cambiar y él también se dio cuenta. Sonrió como desubicado y me dijo, "no, era mentira, dame una moneda". Como el semáforo seguía amenazando, se fue corriendo. Yo caminé hasta la mitad del bandejón y me quedé un rato esperando que se me pasaran los nervios con unos chicos que hacían malabares en las esquinas.

Después de ese incidente, miré de nuevo la 9 de julio. No había visto a todos esos chicos que se instalan en el bandejón central y están acostados sobre cartones mientras esperan a ver qué cae. Son muchos, difíciles de contar y seguir porque pronto se paran y empiezan a deambular por las esquinas o cruzan rápido la calle siguiendo a alguien.

Al tomar el subte para volver a casa -luego de que el "pibe chorro" me diera el gran susto no quería seguir turisteando- vi a niños de cuatro o cinco años, sucios, con los mocos colgando y peleándose por pasar a los pasajeros cualquier baratija que se pueda vender. La madre de dos niñas pequeñas pide dinero con otro bebé en brazos y las dos chicas recogen cualquier basura del suelo que parezca algo valioso. "Salí, guacha de mierda" le dice la más grande a la pequeña, de escasos cinco años, cuando ésta le disputa un papel.

Luego, un chiquito morocho vende un set de agujas. Parece que anda solo. Tras él, otra chica trata de que los pasajeros tomemos el papel en el que pide dinero.
Por un par de días, había olvidado que existían. Un par de días de descanso y de vacaciones, paseando feliz por la capital de un país vecino.

De repente, el triste espectáculo de la pobreza se hace visible, precisamente cuando me afecta. ¿Cuántos chicos como el que me amenazó en la calle duermen y viven sus propias pesadillas todos los días? Mis sentimientos pasaron del miedo inicial por el robo, a la vergüenza de pertenecer a "los otros", aquellos que vivimos cómodamente en nuestras casas calefaccionadas, gozamos las virtudes de un sistema desigual y no pensamos en la pobreza más que cuando vemos las campañas del Hogar de Cristo.

¿Qué hacer? Por ahora, sólo reflexionar y seguir entendiendo este mundo en el que nos toca estar. Y no olvidarse de que lo compartimos con todos. Incluso, con el pibe chorro que intentó llevarse mi cámara en la 9 de julio.

lunes, 9 de agosto de 2010

A Valparaíso le dicen Pancho

Yo sabía. Una noche, caminando por avenida Brasil en Valparaíso, dije ante un grupo de amigos que a Valparaíso le decían Pancho. No podía estar tan loca pero en realidad no sabía dónde lo había oído. Hoy encontré una confirmación de que sí, que le dicen Pancho.

Pinche aquí

El desafío de ser un buen profesor

Publicado en www.eligeeducar.cl

Aunque todos los estudios indiquen que un profesor de excelencia mejora el rendimiento de sus alumnos, no es hasta que llegas a una sala de clases que esta máxima se convierte en una urgencia. Hice clases durante cuatro meses en un liceo técnico de Puente Alto, reclutada por Enseña Chile. En este liceo, los buenos profesores escasean y están cansados. Eso provoca una reacción en cadena que impresiona: los alumnos no se motivan porque no entienden a qué van al colegio y los profesores se quejan de lo malos que son sus alumnos.

En cambio, un buen profesor consigue cosas que nunca imaginó: Que un alumno que al principio era agresivo quiera ser su ayudante, que un curso se motive para alcanzar una meta, que no quieran salir a recreo porque están felices siguiendo la actividad de aprendizaje.

Todo esto, lo bueno y lo malo, me sucedió. Muchas veces, al ver que mis alumnos no sabían cosas básicas –en segundo medio escribían “hauto” en vez de “auto”- me daba rabia que el vacío que tenían fuera tan grande y quería renunciar. Pero otras veces no quería salir de la sala de clases. Como una ocasión en la que, para que se tragaran una materia sobre niveles de habla formal e informal, inventé un programa de televisión: el más pintamonos del curso era mi entrevistado y otro alumno se puso una mochila al hombro, a modo de cámara.
Ese día, tuve a mi audiencia cautiva durante casi toda la clase y lo pasé increíble. Se reían cuando había un chiste y tomaban apuntes cuando se los pedía. Los tuve en mi mano por casi noventa minutos. En otra ocasión, logré que mi curso más desordenado se quedara en silencio por al menos 20 minutos. ¿Cómo? Inventando un concurso en el que debían inventar la continuación de una historia. Podían participar sólo aquellos que levantaran la mano en silencio y todos respetaron. Cuando sonó el timbre se escuchó un “¡nooooo!” Mi sonrisa de satisfacción duró todo el día.

Así son las salas de clases, súper intensas. Por eso, creo que un buen profesor es aquél que está preparado para vivir intensamente. Con ganas de que todos los días sean un desafío. Hay que tener empatía con los intereses de los alumnos, ser buen relacionador público para manejarse con los demás profesores y tener visión de futuro: entender que lo que estás sembrando sólo se cosechará muchos años después cuando te encuentres con uno de tus ex alumnos y te diga “gracias a usted llegué a la universidad”.

Lo que aprendí en esos meses me marcó para el resto de mi carrera profesional.

El desafío de ser buen profesor no es para cualquiera. No sólo se necesita vocación sino que valentía y paciencia. Sobre todo esta última, porque los cambios en los alumnos no son de un día para otro. Pero cuando ocurren producen una alegría indescriptible. Y una sensación de que se está aportando al futuro de un país en lo que verdaderamente importa: entregar igualdad de oportunidades para todos.

domingo, 8 de agosto de 2010

Para los que piensan en casarse....

Publicado el domingo 8 de agosto en Tendencias de La Tercera.

Las cifras que describen cómo son los divorcios en Chile

Un análisis de más de 300 sentencias de divorcio en tribunales dice que las parejas viven cada vez menos juntas y que ellos rehacen su vida en mayor proporción que ellas.

por Katerinne Pavez

Era el último día del 2009 y Maritza Mendoza recibió con retraso su regalo de Navidad: la sentencia que la dejaba como divorciada. Después de 14 años de matrimonio legal, pero sólo dos de convivencia, quedaba en libertad de acción legal. Una anécdota, pues ya tenía una nueva pareja. Lo mismo ocurre con muchas parejas que obtienen su libertad legal: su vida ya tiene raíces en otra parte. La Tercera tuvo acceso a más de 300 causas de divorcio de diferentes tribunales capitalinos para sacar una radiofgrafía de los divorcios en Chile. Estos son los resultados.

Un tercio de las demandas son presentadas por hombres

Si bien la mayoría de los divorcios son de mutuo acuerdo, casi un tercio de las demandas son presentadas por hombres y sólo un 12% por las esposas. Sin embargo, iniciar los trámites es más bien un "asunto de mujeres", explica el gerente legal de Aboga, Alejandro Krausz. "Los hombres vienen en mayor medida, pero casi siempre empujados por sus actuales parejas, que buscan darle punto final a la historia pasada de su conviviente". En una de las demandas, un hombre casado en 1962, separado de hecho cuatro años después, pero divorciado sólo desde 2009, declara que desde hace más de 30 años tiene otra pareja, por lo que pide el divorcio "para dar seguridad económica a su familia de toda la vida".

30% de los hombres tiene una nueva pareja

Al momento de divorciarse, un tercio de los hombres ya tiene nueva pareja. En la otra vereda, el 15% señala haber rehecho su vida. Un dato: un estudio del Centro de Opinión Ciudadana de la U. de Talca concluyó que tras un divorcio, los hombres tardan en promedio menos de dos años (22 meses) en establecer una nueva relación duradera. Ellas, en cambio, se demoran tres años. En algunos casos, se dan situaciones fuera de lo común. En una de las sentencias revisadas, ambos cónyuges tenían una nueva relación. Lo insólito es que la nueva pareja de él y la nueva pareja de ella eran hermanos.

Los matrimonios duran 10 años viviendo juntos

Las parejas duran cada vez menos tiempo juntas. Según los documentos analizados, un matrimonio casado en la década del 70 alcanzaba a vivir 17 años junto, los que se casaron en 1980 lo hicieron durante 13 años y en la década del 90 el promedio es sólo 6,9 años. Los mismos protagonistas dicen que antes existían presiones sociales que hoy desaparecieron. Rafael Castillo, quien se casó en 1970 y convivió con su pareja durante 30 años, cree que el motivo es meramente social. "De mis 30 años de matrimonio, por lo menos 15 ó 16 fueron sólo para la foto, porque pensaba lo difícil que era tener que explicar a todo el mundo la nueva situación". La razón, según se desprende del Informe de Desarrollo Humano para Chile 2010 del PNUD, es la independencia económica de las mujeres. El 70% de ellas asegura que no necesita a un hombre a su lado para que las cuide.

Parejas sin hijos duran tres años

Un factor que retrasa el divorcio son los hijos: mientras las parejas sin hijos (un 15% de los casos revisados) viven tres años juntas en promedio, las que tienen un hijo conviven por cinco años, las que tienen tres hijos, 15 años, y las que tienen cuatro o más, 20 años. Entre las historias analizadas donde la pareja tuvo hijos, hay varios intentos previos por componer la relación antes de separarse, los que quedan relatados en las sentencias. A veces, los hijos influyen directamente. Rafael Castillo recuerda que su mujer abandonó el hogar en, al menos, tres ocasiones antes de que él se decidiera a poner constancia en Carabineros. Esto, porque los hijos le pedían que fuera a buscar a la madre y que solucionaran todo. Los hijos también influyen en la forma en que se desarrolla el juicio de divorcio: en una de las sentencias, la esposa señalaba que no quería dar detalles de la infidelidad de su marido por si los hijos alguna vez leían el fallo.

11% se separa por infidelidad

Si bien la mayoría de los divorcios son por cese de la convivencia -la pareja no vive junta hace por lo menos un año-, entre las razones aparece en un 11% la infidelidad de la pareja. Se trata de un porcentaje menor en el papel, pues no es obligatorio declarar las razones de la separación de hecho. Sin embargo, Krausz revela que esta es una de las dos grandes causas de las rupturas. La otra es la suma de desavenencias y peleas que terminan por cansar a las parejas.

En uno de los juicios se lee que la mujer fue infiel a menos de seis meses de haberse casado y, aunque el marido la perdonó en esa ocasión, el cese de la convivencia se dio porque ella estableció prácticamente una relación paralela con otro hombre años después, en la que incluso involucraba a los hijos de ambos. Es decir, una suerte de "los tuyos, los míos y los nuestros", pero con dos maridos.

25% de las mujeres recibe compensación económica

Un divorcio de mutuo acuerdo -en que las dos partes presentan la demanda- puede resolverse en tres meses. Sin embargo, cuando existen muchos bienes que repartir o muy pocos, la pelea puede tornarse un infierno. Una de las grandes discusiones en los juicios de divorcio comienza cuando uno de los dos cónyuges exige una compensación económica. Un 70% de las mujeres exige una indemnización, pero sólo un 25% la recibe. Se trata de un porcentaje bajo, debido, sobre todo, a que las mujeres tienen cada vez más independencia económica. Sin embargo, entre los matrimonios más antiguos se trata de una práctica recurrente que puede convertirse en un seguro de vida. Es así como existen casos en los que las ex esposas se quedan con pensiones millonarias: una mujer de 50 años aseguró una compensación de un millón y medio de pesos mensuales más la renovación de su auto -con un costo no menor a 800 UF- cada cuatro años de aquí al 2018.

Todo esto, a pesar de que el 45% de los divorciados se casó con separación de bienes, por lo que no existe patrimonio común.

domingo, 1 de agosto de 2010

martes, 27 de julio de 2010

Por fin!!!!

Nunca me sentí discriminada hasta que me tocó cotizar planes de salud. Por ser mujer debía pagar más, porque me podía quedar embarazada y ese era suficiente pecado como para castigarme. La aberración era tal que incluso isapres ofrecían "planes sin útero", es decir, el compromiso era no embarazarse y se pagaba menos. Mi caso, sin embargo, no era tan grave. Lo peor le queda a las personas que se pensionan y comienzan a enfermarse cada vez más: La isapre puede subir su plan unilateralmente y empujar así a su cliente no deseado al sistema público, que se atocha de gente enferma y con poco dinero. Qué bonito sistema, inventado -como muchos de nuestros males- durante la dictadura. Qué vergüenza.
Fallo del TC declaró inconstitucional tabla de factores de riesgo

Isapres se quedan sin mecanismo para discriminar por edad y sexo el valor de sus planes de salud

Por siete votos a favor y dos en contra, el TC dejó sin efecto parte del artículo 38 de la Ley de Isapres que otorgaba a la Superitendencia de Salud la facultad de establecer 18 tramos diferentes para determinar cuánto cobrar. “Con este fallo del tribunal estamos reafirmando que en Chile todos tenemos el mismo derecho a acceder a una salud digna, sin discriminaciones ni barreras”, dijo al respecto el senador del PPD Eugenio Tuma.


(El Mostrador)

El Tribunal Constitucional (TC) declaró inconstitucional este martes parte del artículo de la ley de Isapres que permitía a la Superintendencia de Salud establecer cobros diferenciados a los cotizantes dependiendo de su edad y sexo.

La decisión del TC respecto de uno de los puntos del artículo 38 de la citada normativa, se adoptó en una votación de siete votos a favor y dos en contra, luego de una sesión que se prolongó por más de dos horas.

Se trata de un aspecto de la ley que fue calificado en distintos sectores como discriminatorio, ya que entregaba a la Superintendencia del ramo establecer una tabla de factores de riesgo que consideraba 18 tramos.

De este modo, los ministros consideraron que si bien existen razones técnicas para establecer diferencias entre los planes de salud de las personas dependiendo de su edad, éstas no pueden significar cobros discrecionales y excesivos.

Por ello plantearon que el tema debe ser regulado por una ley especial, pero no como ocurre actualmente, con una norma de la Superintendencia de Salud.

Por eso, el TC plantea que es necesario que esta materia se regule por una ley especial y no a través de una norma dictada por la Superintendencia de Salud, como ocurre hoy.

DERECHO IGUALITARIO A LA SALUD

En tanto, el senador del PPD Eugenio Tuma celebró la decisión del Tribunal, ya que a su juicio viene a restablecer el derecho de acceso igualitario a la salud de millones de personas.

El parlamentario destacó que con este dictamen “se restablece un derecho para todos sin costos distintos, sin barreras ni discriminación”.

“Con esto se viene a hacer justicia con una demanda ciudadana esperada por los cotizantes de Isapres desde sus inicios, quienes veían que cuando se acercaban a la tercera edad eran prácticamente expulsados o presionados para la expulsión, por cuanto se les iba subiendo arbitrariamente los costos de sus planes”, explicó Tuma.

Dijo que el dictamen también corrige lo ocurrido con la mujer y el incremento de los costos de salud, ya que estas también sufren hoy en día de aumentos arbitrarios en los costos de la cotización.

“Con este fallo del tribunal estamos reafirmando que en Chile todos tenemos el mismo derecho a acceder a una salud digna, sin discriminaciones ni barreras”, concluyó el legislador.

miércoles, 21 de julio de 2010

Feliz

Tengo una lista de las cosas por las que he sido feliz esta semana. La anoté en una servilleta. Ejercicio muy recomendable para darse cuenta de que la vida es linda.

Cosas por las que soy feliz

-Canté canciones como "Maldita primavera" y "Rosa" de Sandro en karaoke.
-Tomé un chocolate dulce y caliente en una tarde fría.
-Conversé hasta las dos de la mañana con un amigo del alma.
-Almorcé tallarines con salsa de tomates preparados a la rápida por ese mismo amigo.
-Me comí un completo en el Dominó.
-Dí un abrazo de Feliz Cumpleaños e hice un regalo lindo.
-Una persona que no veía hace tres años me dijo "estás igual".
-Muchos amigos acogieron mi llamado de publicar un mensaje contra la instalación de una termoeléctrica.
-Soñé que viajaba a Buenos Aires.
-Tomé vino mientras hablaba de música con mis amigos.
-Salieron oportunidades de trabajo (no llueve pero gotea).
-Se me pasó el resfrío
-Escuché mucho el disco nuevo de Manuel García.
-Vi poca tele.
-Escuché una cumbia de Américo y la canté en voz bajita, porque estaba en el trabajo.





domingo, 18 de julio de 2010

Nos estamos quedando sin noticias

No encuentro otra explicación para una nota extraña y fome que se publicó hoy en las Ultimas Noticias, diario farandulero por excelencia. Se trata de las profesiones que se han puestro de moda tras el terremoto. Reparé en ella sólo porque mi amigo Bono me llamó para decir que sale mi foto ilustrando una parte de la crónica.

Esta es la nota y la foto. Salgo fatal, con cara de aburrida y sin saber por qué al periodista se le ocurrió que mi cara de nada se podía linkear a esto de que todo el mundo quiere ser profesor, sobre todo tomando en cuenta que no se menciona a Enseña Chile, ni al colegio de Puente Alto, ni nada aparte de una señora que será muy respetable pero que no he escuchado nombrar en mi vida.

Sólo tengo dos apuntes ante esta rara situación.

Primero, que al parecer no había noticias en LUN para la portada del domingo. Porque la nota, que quería retratar a las profesiones que han tenido un auge tras el terremoto no es más que un recocido de cifras, que tiene como ilustración principal una foto de George Clooney...porque el periodista, parece que a falta de no tener un buen comienzo para su historia, parte contando brevemente el papel que el actor hace en la película "Amor sin escalas". Se nota demasiado el pegado con engrudo.

Segundo, qué fatal eso de que las imágenes de una anden por ahí y puedan ser publicadas en cualquier medio. Si ni siquiera me han entrevistado alguna vez de LUN! Pensando en el origen de la foto, sólo atino a pensar que fue sacada una vez que me entrevistaron, en enero y a raíz de mi participación en Enseña, del diario El Mercurio.

Bonus Track: Compré el diario para ver de qué se trataba la nota (qué más encima fue portada) y me di cuenta de que cada vez que cierro las páginas...¡George Clooney y yo nos besamos! Qué top!

martes, 13 de julio de 2010

Llegan los bebés...se acercan los treinta

Laura es la hija de mi mejor amiga de la universidad y probablemente nazca en las próximas dos semanas, en el hospital Luis Tisné. En los últimos cinco años, gran parte de mi círculo de amistades ha pasado por la experiencia de la maternidad. Mis visitas a la clínica para esperar un nacimiento ya tienen su rutina: llego, saludo a la familia, converso un rato si es que hay confianza, me voy a comprar un café y nos sentamos a esperar las esporádicas y nerviosas salidas del padre de la criatura con las noticias de los centímetros de dilatación de la madre. Y la guinda de la torta es ver al bebé a través de un vidrio hasta que la enfermera nos pide que lo dejemos descansar.


Mi primer parto fue de larga distancia. Estaba en Concepción y mi amiga del colegio le pidió a su pololo que me llamara para avisar que venía Sayén. La conocí meses después. Uno de mis últimos partos fue el de mi prima Ale. Eramos veinte personas esperando a Magdalena y bebiendo sidra en el estacionamiento mientras la bebé dormía en su cuna. Entre medio, nacieron Sofía, Oscar, Pablo, Manuel, Leonor, Clara...


Los treinta


Cuando estaba en la universidad, aquella gloriosa del arco de Medicina en Concepción, tuve un grupo de amigas con las que compartimos todas las lluvias y los carretes. Hace cinco años jugábamos a lanzarnos de la escalera del segundo piso a un colchón, en una casa demasiado elegante para nosotras. Pintábamos lienzos de protesta en el living de la casa, hacíamos engrudo para pegar los afiches, nos subíamos a las mesas de un bar a cantar algún clásico del repertorio latinoamericano.
Hace menos de tres años, nos emborrachábamos en el dormitorio de una de ellas y nos sacábamos fotos parodiando a Sex and The City.

De repente, tres de las cinco chicas tienen hijos. Y cuatro de cinco tienen pareja muy estable. Soy minoría absoluta.



Hace poco hablaba con un amigo acerca de los treinta años y de que no me imagino cumpliéndolos. No se si me va a dar una crisis, si voy a sentir que se me va el tren, o voy a hacer una fiesta en la que nos veremos un poco más viejos y bailaremos la Mayonesa como los treintones de hoy alucinan con la música podrida de los ochenta. Quizás ni siquiera me de cuenta. En una de esas, me empiezo a juntar con gente más joven, sólo por no querer asumir que ya soy adulta. O con gente más vieja, para seguir siendo la péndex del grupo.

Algo de esto se me va a pasar por la cabeza cuando esté sentada en la sala de espera del Luis Tisné esperando a Laura, la hija de mi mejor amiga de la univesidad.

lunes, 12 de julio de 2010

Cómo nos cambia la vida

Me llegó un mensaje de texto que tuvo el efecto de una carta- bomba. Inocente en su forma, te desarma en el fondo. Mi ex-alumna, Jocelyn, me escribe para saludar y para decir que me extrañan en el colegio. Muy cariñoso, muy del alma.

No puedo parar el llanto. Será que me duele haber abandonado a esos chiquillos que todos abandonan. A ellos, que están acostumbrados a que todos les fallen. Yo les fallé, una más en la lista.
Qué más da.

Ha pasado más de un mes desde que decidí no continuar con esta aventura y extraño a mis malandrines. Extraño incluso el sacrificio de levantarme a las seis de la mañana, hacer clases con un frío de mierda, aguantar los gritos, las peleas en la sala de clases, tratar de enseñar algo a las tres de la tarde. Es raro. Será que la memoria es selectiva o que debí esperar un poco antes de salirme.

No tengo todavía una reflexión sobre esto. Sólo se que nunca antes en la vida había sentido que mi trabajo diario, de hormiguita, estaba haciendo una diferencia. Y eso cambia todas mis miradas hacia el futuro.

Quizás se me quite algún día. Pero todo trabajo que pueda hacer de aquí en adelante me parece inútil, superficial, mínimo. Porque mientras yo escribo sobre los árboles, Nicolás A. no tiene dónde dormir. Y mientras yo me tomo todas las mañanas un café caliente, Arturo M. trata de no llegar a sus clases drogado. Cuando yo me meto a la ducha caliente, Nicolás L. intenta lavarse algo entre medio de las once personas que viven con él y que quieren ocupar el baño. Y debe huir de un tío que le mira raro y se le acerca. Una realidad que es posible imaginar, pero que cuando la ves en los ojos de un niño, te cambia la vida. Te conmueve y te hace sentir culpable de vivir en una sociedad que lo permite.
No digo que sea para todos la misión de ser profesores, o involucrarse con estos chiquillos. Pero es hora de despertar, de decir algo ante la injusticia, de entender que nosotros, los que tenemos acceso a leer en este blog, a navegar por internet, a opinar, podemos decir algo por ellos.

Es lo que espero que suceda.

miércoles, 30 de junio de 2010

Las mujeres

No soy feminista, pero creo que las mujeres la llevan. Estoy rodeada de señoras y señoritas valientes, que se levantan todos los días con una sonrisa en la cara. Mujeres que se maquillan frente al espejo y otras que salen a la calle con la cara lavada. Son grandes porque aguantan el frío y la lluvia en invierno, porque se ganan la plata y la dignidad en sus trabajos, porque crean mundos fantásticos y dan calor incluso cuando es lo único que les queda en la cartera.

No existe en mi círculo una mujer que no sea valiente, cada cual en su estilo. Empezando por GloriaToledo, ese nick que oculta a la amiga más bella que existe. Esa que me dijo, en la cara, que no podía seguir sufriendo con mi decisión de no seguir educando a mis rebeldes alumnos. Ella es una especie de muro repleto de flores olorosas, primaverales y coloridas. Tiene, como explicarlo, un lente con el que amplía el mundo sobre el que el resto hacemos nuestros análisis y discutimos. Siempre una palabra empática y llena de sabiduría sale en el momento indicado.

Mi madre, otra grande. Su mirada no juzga, sino que acompaña las decisiones de quienes la rodean. Nunca toma un arma que pueda ser usada como venganza, incluso cuando alguien le hizo algo malo. Es profesora y le gusta tanto su trabajo, que siempre ha sido un modelo para mí. Quizás, toda esta aventura de Enseña Chile tiene mucho más que ver con ella de lo que yo creía en un principio. Heredé de ella la pasión por las cosas bien hechas, el ojo cínico para evaluar la realidad cuando se pone fea y la risa estrambótica que a veces estalla ante una buena broma.

Paulina, mi compañera de ruta en el Liceo Comercial. Una mujer que se ha hecho sola, que adora a su madre que también se hizo sola y que es tan fuerte que estoy segura que va a terminar esta aventura que empezamos juntas.

Paola, que es grande y a quien extraño tanto. Una mujer que me enseñó que las amigas a veces también se enojan y que eso hace bien. Que las amistades crecen no sólo al calor de un buen vino sino que también en momentos aciagos.

Tantas, tantas. Mi tía Rosa, en cuya casa el calor siempre sobra. La profe Julia, quien a pesar de haberla dejado a medio camino en la tarea de mejorar el Simce en el Liceo, me agradeció por "derramar esa gota en este océano, que nadie más podía haber derramado". Caco, un muro de contención que espera a que uno tome las decisiones para decirte que cree que hiciste lo correcto. Carmona, la mejor en lo que hace, sensible y rastreadora de historias increíbles. Leyla, mi mamá, que me enseñó a escribir de nuevo. Tías, primas, amigas, profesoras, alumnas, estrógeno puro.

Especial mención para Cristina, una de mis alumnas, que a pesar de las adversidades tiene en sus ojos ese fuego y esas ansias de salir de la pobreza que me hace tener esperanzas en el futuro.

Gracias a todas!

martes, 29 de junio de 2010

Valdivia en la niebla

Valdivia en la niebla, dice una canción de Patricio Manns. Valdivia tragada por la niebla, digo yo que estuve en un fin de semana de invierno paseando por la costanera. Era de noche y sólo quedaban algunas parejas valientes desafiando al frío sentados en una banca. O quizás aprovechando esta niebla para esconderse del resto de los mirones en una ciudad que todavía no deja de ser pueblo.

Ese fue el final del viaje, la niebla nos dio una despedida hermosa y fría. Hizo que las luces de la calle se transformaran en rayos que atravesaban los árboles, tal como a veces se cuela el sol por entremedio de las nubes. Una noche de un lunes feriado en una ciudad del sur es el lugar más solitario que hay. Algunos parroquianos estaban sentados frente a las máquinas del casino. Otros se apuraban en comprar las cosas de la semana en el supermercado. Todos los que a esa hora estaban en la calle parecían correr a sus casas. Un pedazo de la costanera se hundió con el terremoto. Si bien no es nada grave, la gente de Valdivia se impresionó, quizás por el casi mitológico recuerdo del terremoto de 1960.

Lo que más impresiona del centro histórico de esta ciudad es que hay pocos edificios realmente antiguos. Al caminar por las calles comerciales aparecen placas que explican el por qué: el incendio de la ciudad en 1909, el terremoto...

Uno de los edificios más imponentes es el del Cecs, Centro de Estudios Científicos, obra del connotado físico Claudio Bunster, el mismo que antes era Teitelboim pero se cambió el apellido cuando descubrió que Volodia no era su padre (el comidillo me encanta) . El edificio ocupa una cuadra y se nota la inversión. El resto, calles oscuras pero amables. Destaca la calle Esmeralda, donde se han ubicado algunos restoranes y pubs, que la perfilan como un pequeño barrio bohemio. Se está recién perfilando, digo, porque al lado del pub hay un jardín infantil o un centro médico, por ejemplo.

De seguro, Valdivia debe ser mucho más en verano: habrá más gente, el frío no será tan intenso, las avenidas tendrán más luz. Pero yo la prefiero así, nostálgica y solitaria, cubriendo al río Calle calle de niebla. O tragándoselo, mejor dicho.

jueves, 24 de junio de 2010

Feliz Año Nuevo!

Anoche vivimos la fiesta del año nuevo mapuche (que también corresponde a la de otros pueblos originarios), agradecimos por lo bueno y lo malo, quemamos la mala fortuna y los malos pasos del año que se fue, pedimos bendiciones a nuestra madre tierra y compartimos un momento de magia, como si estuviéramos en pleno campo a la luz de las estrellas. La diferencia es que estábamos en nuestro departamento, rodeadas de cemento y fierros...

No importa, lo que vale es que comienza el momento de sembrar y debemos hacerlo con la conciencia y el cuerpo conectados y limpios, para que este año sea mejor que el anterior. Sin duda, cada nueva etapa de nuestras vidas es un aprendizaje, pero eso es válido siempre y cuando colguemos las armas un rato y nos detengamos a mirar en nosotros mismos.

domingo, 13 de junio de 2010

Pizarro

Sus compañeros le dicen "El Negro", porque a falta de negros reales, cualquier morochito se considera como tal. Pizarro llamó mi atención desde el primer día, porque a pesar de que estaba callado, imaginé que sería algo así como un buen alumno revoltoso. No sé, creo que fue la combinación de lentes ópticos con peinado a lo Mauricio Pinilla lo que me dio esa impresión.

Pizarro tiene una mamá que lo adora y que nunca falta a las reuniones. Es secretaria y tesorera del curso. Ella me dijo, en la primera reunión por allá por marzo, que su hijo hablaba de mi en casa. "Dijo que usted se parecía a mí, pero era más seria". Entonces, la conexión fue en ambos sentidos.

Hace unos meses, tenían que escribir una carta formal para mi clase. Pizarro me escribió y me dijo que esperaba que les tuviera paciencia porque él creía que íbamos a alcanzar la meta. Me emocionó que por lo menos uno de mis más de 200 estudiantes entendiera el sentido profundo de lo que estaba haciendo yo ahí. Me emocionó y se lo dije. Click de nuevo.

Esta es una de las cosas que extrañaré cuando me vaya. El contacto profundo y humano que a veces se da con alguien a quien no conoces, pero te está entregando su confianza. Estoy segura de que a Pizarro, Ramírez, Escudero, Silva, les irá bien, porque son buenas personas. Solo me queda decírselos por última vez antes de irme.

domingo, 6 de junio de 2010

Mañana compraré pasajes pero no se a dónde

En el concierto de Manuel García, lleno de gente y de emociones, una lágrima impertinente me recordó la realidad en la que estoy metida desde que decidí este camino. Pero esta vez no fue por los alumnos, las clases que no resultan o los recursos que fallan.

Se trata de algo que superó todas mis expectativas.

El viernes pasado, la jefa de UTP decidió reunir a los profesores para "apretarlos" por los resultados del Simce. Nuestro colegio viene bajando desde hace tres mediciones y hoy tiene un promedio de 211 puntos. Es decir, somos los más pencas del sistema, siempre y cuando consideremos ese dato en frío...esa es otra discusión.

Los equipos de Lenguaje y Matemáticas (tres personas cada uno) estábamos en otras reuniones, hablando de lo mismo y fuimos convocados al grupo general.

Nos sentamos. La jefa de UTP partió, cual Bielsa, convocando a todos a unirse a la meta de mejorar los resultados. Hasta ahí todo bien.

Luego el balde de agua fría: "En el colegio hemos recibido muy bien a la gente de Enseña Chile, sin embargo, sentimos que no han sido lo que esperábamos", dijo. Y siguió con un "Paulina, tú por ejemplo, trabajas muy individualmente. Y tú Katerinne, en realidad...no se cuál es tu aporte". PLOP.

Después de eso, no he vuelto al colegio. Estoy con licencia y revisando cada una de las cosas que he hecho hasta ahora, pensando si vuelvo o no.

Me siento como en la canción "mañana sacaré pasajes pero no se a dónde".

jueves, 3 de junio de 2010

Sindicato de periodistas de La Nación clama para que su diario no desaparezca

(Fuente: The Clinic)

DECLARACIÓN PÚBLICA:
Con 93 años de vida, el diario La Nación se enfrenta hoy a un escenario que puede concluir con su muerte. Luego de una ronda de conversaciones que tuvo el Sindicato del Área Periodística de La Nación con diversos parlamentarios, el próximo miércoles 2 de junio el Congreso Nacional debatirá el dilema de este medio de comunicación, en una sesión especial.

Muchas de las críticas que se han realizado a La Nación son compartidas por sus trabajadores, pero éstos se oponen al cierre de un medio de comunicación que ha sido un aporte a distintos sectores sociales, en un contexto negativo para el pluralismo informativo.

El Sindicato del Área Periodística plantea que hoy está la oportunidad de dotar a este diario de un estatuto público, discutido por todos los sectores sociales y políticos, que de garantía de su imparcialidad y transparencia.

Con resguardo de las diferencias, la condición legal y administrativa de TVN que está determinada por una ley que la obliga a seguir ciertos lineamientos que no cambian con los sucesivos gobiernos, un diario público también puede regirse por una estructura legal que permita una administración profesional y plural, con proyectos que permitan su desarrollo.

El Sindicato del Área Periodística de La Nación aboga por un diario público que responda a estándares de calidad, pluralismo y transparencia, y que compita por sus lectores con los mismos recursos periodísticos que el resto. Es la independencia y el profesionalismo de sus trabajadores los que darán credibilidad y permitirán encontrar sintonía con la ciudadanía.
La necesidad de un medio público

En Chile, la prensa escrita funciona como un duopolio, el 92% del mercado está concentrado en dos propietarios: Copesa y El Mercurio. Si bien ambos consorcios periodísticos tienen el legítimo derecho de profesar su propia línea editorial, éstas no representan a todos los sectores de la sociedad chilena. Son medios que basan su negocio en la publicidad y ésta, por definición, busca la masividad y homogeneización de los discursos, fuertemente centralista, dejando fuera de sus páginas la riqueza cultural y de ideas del país. Refuerzan el centralismo y abandonan la realidad local.

En este escenario, el surgimiento de nuevos medios escritos es casi imposible, pues debe competir con gigantes que tienen cautiva a la publicidad de las grandes cadenas de comercio y empresas. Necesitarían espaldas económicas demasiado grandes para disputarles la publicidad y un espacio del mercado.

La Nación escapa a ese dilema porque cuenta con el financiamiento del Diario Oficial, que en la década de los 30 fue anexado al primer medio de comunicación, justamente con la idea de que La Nación no sucumbiera ante la publicidad de la época y tuviera independencia del presupuesto del país. Por la misma razón, se unió la imprenta nacional.

El diario La Nación, que en el pasado fue propiedad del Estado, hoy funciona como empresa privada. El 30% de su propiedad es de privados y el 70% del Fisco. En virtud de ese 70%, el gobierno controla la línea editorial, aunque el 30% tiene participación preferencial.

La propiedad estatal debería obligar a generar un estatuto que garantizara a diversos sectores de la sociedad el pluralismo, la transparencia y el respeto con que la información es trabajada. De esa manera, se podrían incluir distintas miradas y noticias que los demás diarios no imprimen en sus páginas porque su línea editorial se los impide, por sus conflictos de interés o porque su vocación es distinta.

viernes, 21 de mayo de 2010

Más del diccionario flaite-español

Aquí van otras joyitas, aportadas por los alumnos del 2ºD:
- No vai a entrar!: No vas a ser tan tonto como para creerme.
- Este weon es 2010: Era tonto pero se rebeló y ahora es bacán.
- Quesillo: tonto.
- Choro de cartón: que se hace el choro pero no le sale
- Perro blanco: es el que vigila las transacciones turbias en la población para avisar por si viene "la ley".
- Perro gordo: Alguien que anda con mucha plata o joyas.
- Pelá: una mujer que anda con muchos hombres al mismo tiempo...es la evolución de "poncia".

Impresiones penquistas

Está oscureciendo y hace frío en Concepción. El centro de la ciudad aun está medio en ruinas y la sensación térmica baja todavía más cuando pasamos por espacios vacíos donde antes hubo casas, comercios, vidas. A eso de las siete de la tarde, la gente comienza a desaparecer de las calles y pareciera que en cualquier momento salen a pasear los fantasmas. Hay un intenso olor a humo que viene de las chimeneas de los hogares en los que seguro a esa hora se toma una once sureña, con pan caliente y té con leche.

Algunos grupos de jóvenes abrigados se juntan afuera de las botillerías, preparándose para la noche de carrete de un día feriado. Sólo los rayados de los muros indican que en esta ciudad hay algo de vida y de reacción: mucha rabia contra el gobierno, contra el sistema o contra los pacos.
El resto, es frío y bruma. La bruma hace que la gente adquiera un aspecto gris, aunque estén vestidos con colores vivos.

Llegamos caminando hasta el lugar que pretenciosamente ha sido llamado la "zona cero", el sitio más afectado por el terremoto: el edificio Alto Río. Es de noche, por lo que el edificio de departamentos desplomado sólo es una masa de concreto con orificios desde los que días después de la tragedia los equipos de rescate sacaron a personas vivas y muertas.
Sólo recuerdo el testimonio de una mujer, que al salir de ese edificio pensó que toda la ciudad estaba en el suelo y se decepcionó hondamente al ver que solo había sido su casa. Qué raros esos días en los que todos pensaban solo en si mismos.

Ahora, por calle Barros Arana solo quedan los escombros, que la gente elude distraída y acostumbrada al paisaje de ruinas y hoyos en las calles. Mi hermano y yo hacemos un esfuerzo mental por recordar qué había en lugares como la esquina de Rengo con Barros, donde hoy sólo queda un montón de tierra, pero no somos capaces. Como dice la sabiduría popular "uno nunca valora lo que tiene hasta que lo pierde". Así mismito es.

jueves, 20 de mayo de 2010

¡Andate a tu población!

A veces la desesperación de ver que nuestros alumnos parecen no querer cambiar sus actitudes negativas nos lleva a decir cosas de las que quizás después nos arrepentimos. Eso es lo único que podría justificar el episodio que voy a relatar, sucedido esta semana en mi querido-odiado liceo de Puente Alto.

Hace algo menos de un mes la dirección del colegio decidió que los inspectores, figuras siempre temidas en los colegios, entraran a las clases de matemáticas y lenguaje en los segundos medios. La razón:los nulos resultados de un ensayo Simce: 5% de aprobación en lenguaje y 0% en matemáticas.

Las clases se convirtieron en una taza de leche y algunos alumnos, de puro asustados, tomaron por primera vez un cuaderno para trabajar.

Sin embargo, en los últimos días ha habido problemas. El curso del cual soy profesora jefa, que es del grupo de los ordenados, empezó a tener conflicto con el inspector que le asignaron. Y la guinda de la torta ocurrió cuando este inspector le dijo a un alumno que se pusiera de pie, a lo que el chiquillo le contestó "Calmaaao!" El inspector lo miró con furia y le dijo: ¿Crees que estás hablando con los de tu población?"

La cosa no terminó ahí, pero la frase encendió tanto los ánimos que al otro día aun seguían hablando del tema. Y me interrumpieron una clase para contarme la historia.

Si alguien me hubiese dicho algo así cuando era alumna, me enveneno de pura rabia. Por eso no se muy bien qué pensar sobre el episodio. ¿Cuál es el límite que tenemos profesores y administrativos de un colegio para conseguir "enrielar" a nuestros alumnos? ¿Está bien que alguien encargado de la formación de adolescentes diga cosas como éstas, que no hacen más que revelar el desprecio que siente por las condiciones de vida de los cabros?

Sigo pensando y no llego a nada.

Los super profes

No se muy bien si creer todas esas recetas que hablan de cómo debiera ser un profesor exitoso, porque muchas veces lo que se describe en esos estudios es a un super hombre o una super mujer. Faltan horas del día para hacer todo lo que se supone que un buen profesor haría en sus clases, en sus planificaciones, e incluso, con los padres de los alumnos.

Hoy escuchaba a dos profesores que señalaban que para ellos, el proyecto más importante de sus vidas es su familia y por lo tanto no estaban dispuestos a regalar horas por quedarse hasta más tarde planificando o terminando con las tareas pendientes del día. ¿Qué se le puede decir a alguien tras un argumento como ese? Menos todavía cuando el sueldo es tan bajo, que dan ganas de ponerse a llorar frente a la colilla de pagos todos los fines de mes (Hace una semana salió en La Tercera que los profesores ganan un 45% menos que el resto de los profesionales).

Una de las cosas que he comprendido en estos meses es que es imposible no llevarse trabajo para la casa. Si no es la planificación, son las pruebas, o los papelógrafos (sí, aun se usan!). Solo queda hacerlo más agradable con los recursos que se tienen. Por ejemplo, corregir tomándose una cerveza rica o pedir a los amigos que pongan las notas cuando ya está todo revisado.

Pero esta es una situación ideal, en la que no hay que llegar a cuidar a los hijos, estar con la pareja, cocinar para mañana, ayudar a hacer tareas, cuidar a la mascota, etcétera. Mi pregunta es ¿Cómo lo hacen esos profes que además tienen que luchar con todas estas tareas domésticas?

Algo no cuadra en este sistema.

sábado, 8 de mayo de 2010

El profesor Banderas se moriría

Para enganchar a mis alumnos les dije que en los primeros minutos de la clase ellos tenían que preparar el diccionario del Liceo Comercial. Se trata de las típicas frases que te dejan colgada cuando estás haciendo clases y los cabros se hablan entre ellos.

En uno de los cursos, un chiquillo me dijo: "ahh...esto es como el diccionario Español-Flaite, Flaite-Español", y así quedó bautizado.

Esta idea, como muchas, no es original: Recordé al escritor Tito Matamala, quien fue mi profe de Redacción y en cada clase pedía a los alumnos formas de denominar al copete o trago, para crear su "Manual del buen bebedor"....recuerdo que a mis compañeros les gustaba que el profe quisiera aprender de ellos.

De más está decir que los alumnos se motivaron, así que lo recomiendo a mis queridos amigos Pech (Profesionales Enseña Chile).

Les dejo una muestra:

- Del Corte: algo muy bueno "La fiesta estuvo del corte".
- De Perro: malo, fome.
- Doméstico: ladrón, que roba en su mismo barrio. (Aporte de Digna y David, gracias!)
- Monrra: robar en un lugar deshabitado.
- Andai con vacas robás: Andai con puros cuentos.
- Chechear: tener un affaire con alguien.
- Estamos nítidos: Estamos bien.
- Fichón: El más inteligente.
- Corretiao: "Corrido", que no asume sus responsabilidades.
- Te pegai en el cogote: "andai sapeando", acusar a alguien.
- Perro bomba: alguien que hace caso a todo, hace lo que le piden.

Luego vendrán más terminos!
El diccionario Español- Flaite Flaite- Español es marca registrada, jejeje.


martes, 4 de mayo de 2010

A veces todo se pone negro

Hoy fue un día fatal. Mis alumnos se portaron muy mal, agresivos como nunca o quizás, por primera vez sentí la impotencia de no saber controlarlos.
Tenía que hacer una prueba de un libro muy fome, "Nada menos que todo un hombre" de Miguel de Unamuno. Nadie, excepto cinco cabros, lo habían leído.
Es cierto que no es una invitación fascinante a la lectura, pero por último, que lo hicieran por cumplir.
Más encima, se pusieron choros. No se callaron a pesar de las amenazas de quitar la prueba, de anotar en el libro, de llamar a sus apoderados. Perdí todas mis armas. Me dio rabia, pena, todo junto. Me quedé en silencio los últimos minutos de la clase. Y nadie pareció darse cuenta.
Para colmo, hace dos meses que no me pagan el sueldo. Ya no aguanto más la falta de respeto de tener que ir a rogar que por favor me paguen lo que corresponde: 37 horas a la semana sacándome la cresta, trabajando más que nunca en mi vida, levantándome temprano, recorriendo la mitad de esta ciudad con frío, con calor, apretada en el metro, con sueño.
¿Y cuánto sería eso?
300 lucas.
300 miserables lucas que debo ir a buscar como si me estuvieran haciendo un favor.
Es indigno, es humillante.
Por eso tengo rabia.

lunes, 26 de abril de 2010

¿Para qué educamos?

No he podido dejar de pensar en que cada vez que entro a una sala de clases llena de alumnos vulnerados, estoy reproduciendo las mismas cosas que me dijeron cuando era estudiante.
No he podido determinar cuándo es que mi pedagogía puede pasar de la educación para la dominación a una educación para el cambio social, porque francamente, nunca antes me había cuestionado esto de manera tan intensa.
Lo que siempre he soñado es que los seres humanos puedan participar de su proceso educativo de manera conciente y libre, aprendiendo de la forma y lo que estimen conveniente, no solo lo que un curriculum que viene desde la elite les dice que deben aprender.
Pero la realidad es tan diferente. Mis alumnos, aunque suene un poco extremo, son seres alienados por la televisión. Tienen un discurso sacado de los medios, pero no saben muy bien lo que significa.
Por ejemplo, hace un par de días armamos una discusión sobre la píldora del día después. Y su discurso me impactó: "es abortiva", dijo uno, "si le gustó tanto hacer la guagua ahora que se aguante" dijo otro, usando el eufemismo para decir que si a una niña le gustó acostarse con el compañero es poco menos que una puta y que se la banque.
Esos mismos adolescentes son los que tienen una de las tasas de embarazo más altas de la comuna de Puente Alto. Tienen un discurso que no les sirve, que adoptaron de la tele y la tele a su vez de la elite dominante y se arruinan la vida. Porque muy lindas serán las guaguas, pero a los quince no es más que una tremenda cagada.
Entonces, ¿Cómo trabajar con estos chiquillos que parecen no tener conciencia de que les están vendiendo una pomada? ¿Cómo romper con ese círculo?
Parece que me dieron ganas de partir a Argentina

sábado, 24 de abril de 2010

¿Por qué el frío produce pena?

Algo pasó con el otoño en Santiago: duró dos semanas y luego la temperatura descendió hasta dejarnos en el horroroso y frío invierno, ese de los rotavirus, la contaminación ambiental y los días oscuros.
Sentir frío es lo más parecido a sentirse sola. Las manos se congelan, la ropa no sirve para cubrirse, los ojos se ponen llorosos, dan ganas de encogerse y quedarse bajo algún techo que te cubra. El viento hiere en la cara, se mete por entre medio del cabello, hiela la nuca y se queda en las orejas que siempre están descubiertas.
No basta con estar en casa y metida en la cama. Siento tanto frío que parece que lo llevo conmigo donde sea.
Cuando el frío, enemigo mortal de la alegría, se mezcla con la soledad, empieza a producir nostalgia:
ganas de que sea verano, o por lo menos primavera, para llorar por culpa de la alergia y no a causa de los recuerdos impertinentes.

viernes, 9 de abril de 2010

El milagro de ir al colegio

En las pocas semanas que llevo de profe, he pasado del cansancio a la esperanza. Mis alumnos, con toda su carga emocional a cuestas, hacen el milagro de levantarse todas las mañanas porque tienen fe en que algo bueno les va a pasar, ¿Cómo no voy a tenerla yo?

Cristina
tiene 15 años, una madre alcohólica y vive con su hermana que debe mantener a cuatro hijos. Ha faltado sólo dos veces al colegio en el mes. Hace dos días se peleó con su mamá porque se emborrachó con la asignación familiar y el bono marzo que entrega el gobierno, que se supone eran para que Cristina tuviera algo de dinero. Como se quedó sin un peso, está pensando en buscarse un trabajo para después de clases y su hermana la apoya, porque no le alcanza para mantenerla.

Italo quedó repitiendo el año pasado y está en primero medio. Se porta mal, no hace los trabajos, contesta de manera agresiva. Mira desafiante a quien se atreva a mostrarse como autoridad ante él. Como se portó tan mal, llamé a su abuela, que aparecía en el registro como su apoderada.
- Aló, con la señora María?
-Si, dígame.
-Soy la profesora de Italo y tengo algunos problemas con él....
- Profesora, gracias por llamarme pero Italo no llega a la casa hace una semana.

Según contó la abuela, pidió permiso para ir donde una tía y no volvió más. Su madre, desaparecida en acción, fue apoderada del niño el año pasado y nunca se preocupó. Ahora es su hermanastro quien asumió la tarea de "enrielarlo". Sin embargo, la abuela sólo tiene palabras negativas para su nieto. "La idea es que vaya al colegio, pero no a estorbar a los demás", me dijo al final de la conversación.

Camila está en segundo medio y adora el colegio. Pero tiene artritis juvenil, una enfermedad que le impide levantarse muchas mañanas. Otras lo hace, pero con dolores que le parten el alma. Apenas camina, se mueve con dificultad y tiene ya una prótesis de cadera. No quiere usar bastones, porque le da vergüenza que los demás la vean en esas condiciones. A los quince años es importante lo exterior, más importante incluso que la salud. Su madre llora cuando recuerda que Camila adora el colegio, que tiene buenas notas y que quiere ser profesional.

¿Qué me importa la Química si no tengo con qué vestirme? ¿Si tengo hambre, si tengo pena porque mi mamá me abandonó? ¿Qué me importa que esta vieja de mierda de Lenguaje me rete todo el día, me pide que apague mi celular, si en la casa no hay nadie que me regañe por portarme mal?


Es lo que preguntan los alumnos, todos los días. Y tienen razón. Si en sus vidas está el desastre, las fórmulas matemáticas suenan tan extrañas como el chino mandarín.
Ese es el desafío de los profesores que trabajan con alumnos vulnerados: no sólo conseguir el aprendizaje, sino hacer entender que es la única forma de romper el círculo de la pobreza.

Cuesta, sobre todo porque se trata de jóvenes que en un principio no quieren recibir ayuda. Sin embargo, si se escarba un poco en sus historias, es posible descubrir que sólo necesitan que alguien los vea.


Me pasó con Italo: de ser el más rebelde de mi clase, luego de preguntarle por su situación veo en sus ojos que tiene ganas de hacer bien las cosas. Espero, con toda el alma, que lo consiga.



sábado, 3 de abril de 2010

Nuevas impresiones sobre viejas emociones

"El miércoles pasado, dos alumnos se golpearon en mi sala de clases. Luego de eso perdí no solo la clase, sino que el control sobre ese grupo de estudiantes. Me paré a pensar un poco, cosa que no había hecho desde hace un mes, por lo menos.
Me di cuenta que he estado absorbiendo toda esa violencia, gritos, malas caras. Que tengo el cuerpo y mis emociones gastadas después de un mes de convivir con todo eso. Es como si en vez de golpearse entre ellos, me golpearan a mi. Me duelen los brazos y las piernas. Y no puedo dejar de pensar en Morrinson, Stefani, Richard..."

Esto lo escribí hace poco más de una semana. Fue mi propia pasión y muerte (ya que justo me dio la garrotera en semana santa, jaja) Menos mal que vino el domingo.

domingo, 7 de febrero de 2010

Viva el cambio

En diciembre de 2009 tomé mis cuadernos de notas y mis grabaciones, mis libretas de teléfonos y uno que otro archivo Excel y me fui caminando por Avenida Vicuña Mackenna hacia mi casa. Había renunciado al diario La Tercera, trabajo que por dos años me tuvo entretenida y angustiada. Me sentía libre. Luego de un par de cervezas en casa con los amigos de siempre, decidí que sería bueno descansar un poco antes de empezar con el nuevo desafío: Un mes encerrada en el Canelo de Nos, un centro de eventos que en tiempo de dictadura fue refugio de la “jipi-izquierda”.
El cuento era simple: Había sido seleccionada para ser profesora por dos años en una escuela de Puente Alto, comuna ubicada al sur de Santiago, a la que el resto de la ciudad llama despectivamente “Puente Asalto”. Uf.
No sabía a lo que me enfrentaba. Llegué el domingo 3 de enero al Canelo, perdida, con una maleta prestada y con mucho calor. Me dieron un kilo de papeles, me explicaron que compartiría cabaña con cinco chicas más y luego me llamaron para la cena.
Durante la comida, comenzamos tímidamente a conversar. Uno dijo que quería tener un colegio y que por eso estaba ahí. Otro, señaló que para él era un experimento esto de ver si conseguía sacar algo en limpio de estudiantes a los que nadie les tiene fe. Algún valiente se lanzó con la palabra “misión”.
Yo, en tanto, escuchaba y preparaba mi respuesta. Pero no es fácil explicar por qué tomé esta decisión. No me siento santa, ni mártir. Es un trabajo difícil, pero tampoco digamos que me voy a convertir en una especie de heroína del pueblo. No.
Entonces, ¿Por qué estoy aquí? “Emmm, bueno, me parece que a través de la educación es posible hacer un cambio social importante, porque creo que es la herramienta de movilidad social más potente…etc,etc”. Pasé la prueba, aunque interiormente dudaba de mis razones para estar ahí.
Durante la segunda semana el recuento iba así: ya había pasado por dos crisis de llanto, un intento de deserción, y tres discusiones con mis compañeros de encierro; una a los gritos y dos más calmadas. Mi círculo de amigos se estaba aburriendo de mis historias sacadas de manicomio. Mi madre me preguntó un día “¿Quieres renunciar? Yo te apoyo”. Tanta era la carga de trabajo y la responsabilidad de tener que hacerlo todo perfecto que hasta extrañé las largas jornadas de los viernes en La Tercera: Allí por lo menos nos dábamos un rato para pedir comida por teléfono y reírnos de lo que pasaba a nuestro alrededor, desde la última locura de Chávez hasta la muerte tan bizarra de Michael Jackson. Allí no había quien se creyera perfecto. Acá, en este reality de los nerds, nadie rió durante las primeras dos semanas. Nadie vio las noticias, nadie se atrevió a salir del molde: despertar a las 6 de la mañana y trabajar sin parar hasta las 2 am.
De a poco, empezaron a aparecer los seres humanos tras esas máquinas de planificar. Apareció Magaly, la chica mapuche de Valdivia que dejó a su hijo de un año y medio en casa esperándola. Eduardo, chillanejo esforzado, que tuvo que demostrarle a su padre que sacar 690 puntos en la PSU (de un total de 850) no era malo, más aun si nunca se preparó para la prueba.
Aparecieron mis alumnos. Historias de malos tratos, de sueños y de luchas por salir de la inercia en la que te mete la pobreza. Cuando empecé a percibir ese tipo de historias, a escucharlas y a verlas, sentí que todo valió la pena. Decidí terminar el maldito encierro de un mes, y ojalá con una sonrisa. Y resultó, a pesar de las ojeras crónicas que me dejó la experiencia.

lunes, 1 de febrero de 2010

Escuela de Verano

El punk de sonrisa tímida



Cristóbal tiene 16 años y cursará por segunda vez el segundo medio. Su técnica de supervivencia en el colegio es copiar. No pasa piola: ya ha sido expulsado de un liceo y en el que está actualmente ya fue suspendido por poner una bomba de ruido en el basurero. "No fue terrorismo, tía, fue puro hueveo", me aseguró hace un par de días, cuando me contaba su historia.



Hace tres semanas, Cristóbal era un extraño para mi. Un extraño de temer: vestido de punk y con corte de pelo mohicano, se divertía dibujando símbolos nazis en las pruebas.



No se bien qué pasó. Un día Cristóbal tuvo un ataque de risa incontrolable y la profesora Estefany, mi compañera de Lenguaje, lo sacó al pasillo. Le dijo "Hagamos un compromiso: si mañana llegas a las 8.30 con un libro para leer conmigo, entenderé que estás comprometido". Cristóbal no sólo llegó ese día, sino todo el resto del curso de tres semanas, con un libro bajo el brazo. Fue uno de los tres alumnos que nunca faltó a clases.



Al final del curso de tres semanas, no podía entener mi ceguera al verlo como una amenaza. Menos aun cuando sonreía: tenía una mirada como de pajarito, y una sonrisa tímida. Le temblaban un poco los labios: parecía haber perdido esa costumbre de reír ante un profesor o incluso ante cualquier adulto.



En una de las clases, los alumnos debieron escribir en un post-it cuáles eran sus metas para el resto del año. Cristóbal escribió: "Quiero pasar de curso con promedio 6..... y quiero irme luego a almorzar porque tengo hambre!" Algo es algo, pensé.


El último día de clases, Cristóbal estaba sentado en la orilla de la cancha donde el resto de sus compañeros jugaban la última pichanga de la escuela de verano. Me senté a su lado. Conversamos de cualquier cosa. Luego de tres semanas, dos perfectos desconocidos son capaces de hablar de trivialidades como el fútbol y los programas de televisión, eso no es extraño. Sin embargo, pasado el momento de frivolidad, empezó a contarme de su vida, de cómo sobrevivir en un barrio asediado por el narcotráfico, de las veces que lo habían asaltado. Cuando comenzó su relato, vi en sus ojos una mirada de adulto, casi diría que de anciano resignado y conocedor de la vida. De la vida que le tocó. Y yo me convertí en una niña que no sabe nada de lo que pasa allá afuera.

Llegó el bus que recogía cada tarde a los estudiantes. Nos despedimos. "Que te vaya bien, mucha suerte, espero que nos veamos". No nos veremos más.