domingo, 29 de agosto de 2010

El pueblo unido

"La familia minera no es la que
conocimos hace 100 o 150 años,
hoy el minero es educado...un minero
que se puede sentar en cualquier
mesa de Chile"
Mario Sepúlveda, atrapado en la Mina San José

El drama de los 33 mineros atrapados en el yacimiento San José ha emocionado a todo el país. Nadie puede quedarse afuera cuando se ve en televisión un video de un viejo minero enviando saludos a su familia, diciendo que están bien y que tienen esperanzas de salir.

Esta historia, en la que el Estado y la empresa privada una vez más son cómplices de la precariedad en el trabajo de los obreros de Chile, muestra una cara diferente. Las palabras de Mario Sepúlveda lo reflejan. Dicen "ya no somos los ignorantes que pensaban que éramos". Pura conciencia de quien se es y de lo que se tiene para luchar.

Esta historia ha sido la epopeya del pueblo unido. Desde el chofer del camión que no durmió para recorrer medio Chile para llegar a tiempo con la sonda, hasta el carabinero que juega fútbol con los hijos de los atrapados. Parvularias que les hacen clases, un señor anónimo que reparte agua potable en el campamento donde esperan los familiares, operarios de máquinas haciendo turnos de 24 horas. Todos, reconociendo que la unidad hace la fuerza. El pueblo unido versión 2.0.

Otro ejemplo de pueblo unido es lo que pasa con la pelea contra las hidroeléctricas y las termoeléctricas a lo largo del país. El caso más evidente es el de Punta de Choros: una comunidad pequeña que se organiza de a poco, defendiendo una de las reservas marinas más bellas de Chile, a la que termina adhiriendo todo un país. Este grupo organizado consiguió que el presidente y su gobierno cambiaran de planes: si a principio de año la empresa Suez Energy, encargada del proyecto de instalar la central cerca de la reserva, recibía el visto bueno del Ejecutivo, tras la protesta ciudadana en las capitales regionales de casi todo el país, Piñera detuvo el proyecto, usando las típicas artimañas de la elite chilena: el llamado al amigo que conoce al amigo y que detiene el proyecto. Cero institucionalidad, puro compadrazgo. Por lo menos, como pocas veces ésta fue a nuestro favor.

Las comunidades rurales ya no somos las mismas de hace 100 o 150 años, parafraseando al amigo minero. Los hijos de los campesinos salieron a estudiar y ahora aportan desde sus saberes, que mezclan la experiencia del campo y la ciudad. Las poblaciones rurales no reclaman contra la instalación de una termoeléctrica por causa de su ignorancia sino todo lo contrario: porque saben de los perjuicios que traen y lo pueden demostrar con cifras y datos, tal como les gusta a los tecnócratas.

En esta mano -como dijo el huaso- a ver quien es mas "agallao".


viernes, 20 de agosto de 2010

El doble taller

El maestro del periodismo, Ryszard Kapuscinski, decía que los periodistas debíamos tener una cultura del doble taller. Es decir, una cosa es tener que correr por la crónica y hacer la pega para cumplir con los tiempos y espacios de la redacción, pero otra es madurar las ideas, escribir con pasión y buscar historias que a lo mejor nunca nos harán millonarios pero sí inmensamente felices.

En una interpretación libre de la idea del doble taller, les dejo uno de mis proyectos paralelos. Más que nada para que me ayuden a su difusión. Se trata de la pelea de una comunidad rural contra la instalación de una termoeléctrica. La eterna historia de David y Goliat. ¡Hasta cuando, Goliat, déjate de joder!

www.pataguasintermoelectrica.cl

Mientras más difusión, más creceremos las y los pequeños davicitos.

Tres ideas para antes de dormir

(Extraído del facebook de Pancha Aguilar)

Preguntarnos a cada momento es un ejercicio neuronal, una acción que nos mantiene vivos, conectados con el exterior e intensamente con el interior. Entre el viaje de vivir, de estar presentes y ausentes la mayor parte del tiempo, vamos construyendo casualmente una breve intención de proyecto, algo parecido a un timón que se inclina a la suerte de los vientos que soplan.


Existen casos donde el timón parece ser guiado por "otros". Para muchos es agradable ser tirados por bueyes, parece una buena estrategia dejar que alguien gaste sus fuerzas mientras guardamos nuestras energías para algo que no sabemos bien qué es. La idea es flamear, flotar hasta que alguien nos diga para dónde ir y cómo hacer el viaje.

Sin embargo y por fortuna, existen los que tienen su propio timón, el llamado "proyecto personal". Descubrir qué hacer en la vida y con ella, es algo que requiere tiempo, y no en sentido cronológico, sino TIEMPO, espacio, aire, reflexión, hasta fascinarnos con todo aquello que abarcan los ojos. Ni un momento parece perdido y todo sorprende, todo parece tener explicación, sentido e intención por existir. Cada elemento parece intervenir y colaborar con dicho proyecto.

Pero, sin embargo, no obstante :), el proyecto no tendría sentido si no es capaz de colaborar con el plan mayor, aquel plan que podríamos definir como humanidad, niños, mujeres, pequeños pueblos, analfabetos, pobres, vulnerados, incapaces, corazones, sonrisas, universo, etc. Existe algo más afuera de nosotros, además de ese insistente hábito de mirarnos el ombligo...

jueves, 19 de agosto de 2010

Buenos aires

Atravesando la avenida 9 de julio, esa misma que los argentinos dicen que es la más ancha del mundo, me detuve para hacer una foto del obelisco. En realidad, nunca me ha entusiasmado mucho el obelisco, pero me dejé llevar por la euforia turística del lugar. De repente, un chico de unos 17 años se me acerca con cara amenanzante y hablando entre dientes me dice "pasáme la cámara, tengo una pistola, pasáme la cámara". Yo, muerta de miedo, le dije que no. Estábamos en la mitad de la avenida y miré el semáforo y los autos que esperaban el verde. Iba a cambiar y él también se dio cuenta. Sonrió como desubicado y me dijo, "no, era mentira, dame una moneda". Como el semáforo seguía amenazando, se fue corriendo. Yo caminé hasta la mitad del bandejón y me quedé un rato esperando que se me pasaran los nervios con unos chicos que hacían malabares en las esquinas.

Después de ese incidente, miré de nuevo la 9 de julio. No había visto a todos esos chicos que se instalan en el bandejón central y están acostados sobre cartones mientras esperan a ver qué cae. Son muchos, difíciles de contar y seguir porque pronto se paran y empiezan a deambular por las esquinas o cruzan rápido la calle siguiendo a alguien.

Al tomar el subte para volver a casa -luego de que el "pibe chorro" me diera el gran susto no quería seguir turisteando- vi a niños de cuatro o cinco años, sucios, con los mocos colgando y peleándose por pasar a los pasajeros cualquier baratija que se pueda vender. La madre de dos niñas pequeñas pide dinero con otro bebé en brazos y las dos chicas recogen cualquier basura del suelo que parezca algo valioso. "Salí, guacha de mierda" le dice la más grande a la pequeña, de escasos cinco años, cuando ésta le disputa un papel.

Luego, un chiquito morocho vende un set de agujas. Parece que anda solo. Tras él, otra chica trata de que los pasajeros tomemos el papel en el que pide dinero.
Por un par de días, había olvidado que existían. Un par de días de descanso y de vacaciones, paseando feliz por la capital de un país vecino.

De repente, el triste espectáculo de la pobreza se hace visible, precisamente cuando me afecta. ¿Cuántos chicos como el que me amenazó en la calle duermen y viven sus propias pesadillas todos los días? Mis sentimientos pasaron del miedo inicial por el robo, a la vergüenza de pertenecer a "los otros", aquellos que vivimos cómodamente en nuestras casas calefaccionadas, gozamos las virtudes de un sistema desigual y no pensamos en la pobreza más que cuando vemos las campañas del Hogar de Cristo.

¿Qué hacer? Por ahora, sólo reflexionar y seguir entendiendo este mundo en el que nos toca estar. Y no olvidarse de que lo compartimos con todos. Incluso, con el pibe chorro que intentó llevarse mi cámara en la 9 de julio.

lunes, 9 de agosto de 2010

A Valparaíso le dicen Pancho

Yo sabía. Una noche, caminando por avenida Brasil en Valparaíso, dije ante un grupo de amigos que a Valparaíso le decían Pancho. No podía estar tan loca pero en realidad no sabía dónde lo había oído. Hoy encontré una confirmación de que sí, que le dicen Pancho.

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El desafío de ser un buen profesor

Publicado en www.eligeeducar.cl

Aunque todos los estudios indiquen que un profesor de excelencia mejora el rendimiento de sus alumnos, no es hasta que llegas a una sala de clases que esta máxima se convierte en una urgencia. Hice clases durante cuatro meses en un liceo técnico de Puente Alto, reclutada por Enseña Chile. En este liceo, los buenos profesores escasean y están cansados. Eso provoca una reacción en cadena que impresiona: los alumnos no se motivan porque no entienden a qué van al colegio y los profesores se quejan de lo malos que son sus alumnos.

En cambio, un buen profesor consigue cosas que nunca imaginó: Que un alumno que al principio era agresivo quiera ser su ayudante, que un curso se motive para alcanzar una meta, que no quieran salir a recreo porque están felices siguiendo la actividad de aprendizaje.

Todo esto, lo bueno y lo malo, me sucedió. Muchas veces, al ver que mis alumnos no sabían cosas básicas –en segundo medio escribían “hauto” en vez de “auto”- me daba rabia que el vacío que tenían fuera tan grande y quería renunciar. Pero otras veces no quería salir de la sala de clases. Como una ocasión en la que, para que se tragaran una materia sobre niveles de habla formal e informal, inventé un programa de televisión: el más pintamonos del curso era mi entrevistado y otro alumno se puso una mochila al hombro, a modo de cámara.
Ese día, tuve a mi audiencia cautiva durante casi toda la clase y lo pasé increíble. Se reían cuando había un chiste y tomaban apuntes cuando se los pedía. Los tuve en mi mano por casi noventa minutos. En otra ocasión, logré que mi curso más desordenado se quedara en silencio por al menos 20 minutos. ¿Cómo? Inventando un concurso en el que debían inventar la continuación de una historia. Podían participar sólo aquellos que levantaran la mano en silencio y todos respetaron. Cuando sonó el timbre se escuchó un “¡nooooo!” Mi sonrisa de satisfacción duró todo el día.

Así son las salas de clases, súper intensas. Por eso, creo que un buen profesor es aquél que está preparado para vivir intensamente. Con ganas de que todos los días sean un desafío. Hay que tener empatía con los intereses de los alumnos, ser buen relacionador público para manejarse con los demás profesores y tener visión de futuro: entender que lo que estás sembrando sólo se cosechará muchos años después cuando te encuentres con uno de tus ex alumnos y te diga “gracias a usted llegué a la universidad”.

Lo que aprendí en esos meses me marcó para el resto de mi carrera profesional.

El desafío de ser buen profesor no es para cualquiera. No sólo se necesita vocación sino que valentía y paciencia. Sobre todo esta última, porque los cambios en los alumnos no son de un día para otro. Pero cuando ocurren producen una alegría indescriptible. Y una sensación de que se está aportando al futuro de un país en lo que verdaderamente importa: entregar igualdad de oportunidades para todos.

domingo, 8 de agosto de 2010

Para los que piensan en casarse....

Publicado el domingo 8 de agosto en Tendencias de La Tercera.

Las cifras que describen cómo son los divorcios en Chile

Un análisis de más de 300 sentencias de divorcio en tribunales dice que las parejas viven cada vez menos juntas y que ellos rehacen su vida en mayor proporción que ellas.

por Katerinne Pavez

Era el último día del 2009 y Maritza Mendoza recibió con retraso su regalo de Navidad: la sentencia que la dejaba como divorciada. Después de 14 años de matrimonio legal, pero sólo dos de convivencia, quedaba en libertad de acción legal. Una anécdota, pues ya tenía una nueva pareja. Lo mismo ocurre con muchas parejas que obtienen su libertad legal: su vida ya tiene raíces en otra parte. La Tercera tuvo acceso a más de 300 causas de divorcio de diferentes tribunales capitalinos para sacar una radiofgrafía de los divorcios en Chile. Estos son los resultados.

Un tercio de las demandas son presentadas por hombres

Si bien la mayoría de los divorcios son de mutuo acuerdo, casi un tercio de las demandas son presentadas por hombres y sólo un 12% por las esposas. Sin embargo, iniciar los trámites es más bien un "asunto de mujeres", explica el gerente legal de Aboga, Alejandro Krausz. "Los hombres vienen en mayor medida, pero casi siempre empujados por sus actuales parejas, que buscan darle punto final a la historia pasada de su conviviente". En una de las demandas, un hombre casado en 1962, separado de hecho cuatro años después, pero divorciado sólo desde 2009, declara que desde hace más de 30 años tiene otra pareja, por lo que pide el divorcio "para dar seguridad económica a su familia de toda la vida".

30% de los hombres tiene una nueva pareja

Al momento de divorciarse, un tercio de los hombres ya tiene nueva pareja. En la otra vereda, el 15% señala haber rehecho su vida. Un dato: un estudio del Centro de Opinión Ciudadana de la U. de Talca concluyó que tras un divorcio, los hombres tardan en promedio menos de dos años (22 meses) en establecer una nueva relación duradera. Ellas, en cambio, se demoran tres años. En algunos casos, se dan situaciones fuera de lo común. En una de las sentencias revisadas, ambos cónyuges tenían una nueva relación. Lo insólito es que la nueva pareja de él y la nueva pareja de ella eran hermanos.

Los matrimonios duran 10 años viviendo juntos

Las parejas duran cada vez menos tiempo juntas. Según los documentos analizados, un matrimonio casado en la década del 70 alcanzaba a vivir 17 años junto, los que se casaron en 1980 lo hicieron durante 13 años y en la década del 90 el promedio es sólo 6,9 años. Los mismos protagonistas dicen que antes existían presiones sociales que hoy desaparecieron. Rafael Castillo, quien se casó en 1970 y convivió con su pareja durante 30 años, cree que el motivo es meramente social. "De mis 30 años de matrimonio, por lo menos 15 ó 16 fueron sólo para la foto, porque pensaba lo difícil que era tener que explicar a todo el mundo la nueva situación". La razón, según se desprende del Informe de Desarrollo Humano para Chile 2010 del PNUD, es la independencia económica de las mujeres. El 70% de ellas asegura que no necesita a un hombre a su lado para que las cuide.

Parejas sin hijos duran tres años

Un factor que retrasa el divorcio son los hijos: mientras las parejas sin hijos (un 15% de los casos revisados) viven tres años juntas en promedio, las que tienen un hijo conviven por cinco años, las que tienen tres hijos, 15 años, y las que tienen cuatro o más, 20 años. Entre las historias analizadas donde la pareja tuvo hijos, hay varios intentos previos por componer la relación antes de separarse, los que quedan relatados en las sentencias. A veces, los hijos influyen directamente. Rafael Castillo recuerda que su mujer abandonó el hogar en, al menos, tres ocasiones antes de que él se decidiera a poner constancia en Carabineros. Esto, porque los hijos le pedían que fuera a buscar a la madre y que solucionaran todo. Los hijos también influyen en la forma en que se desarrolla el juicio de divorcio: en una de las sentencias, la esposa señalaba que no quería dar detalles de la infidelidad de su marido por si los hijos alguna vez leían el fallo.

11% se separa por infidelidad

Si bien la mayoría de los divorcios son por cese de la convivencia -la pareja no vive junta hace por lo menos un año-, entre las razones aparece en un 11% la infidelidad de la pareja. Se trata de un porcentaje menor en el papel, pues no es obligatorio declarar las razones de la separación de hecho. Sin embargo, Krausz revela que esta es una de las dos grandes causas de las rupturas. La otra es la suma de desavenencias y peleas que terminan por cansar a las parejas.

En uno de los juicios se lee que la mujer fue infiel a menos de seis meses de haberse casado y, aunque el marido la perdonó en esa ocasión, el cese de la convivencia se dio porque ella estableció prácticamente una relación paralela con otro hombre años después, en la que incluso involucraba a los hijos de ambos. Es decir, una suerte de "los tuyos, los míos y los nuestros", pero con dos maridos.

25% de las mujeres recibe compensación económica

Un divorcio de mutuo acuerdo -en que las dos partes presentan la demanda- puede resolverse en tres meses. Sin embargo, cuando existen muchos bienes que repartir o muy pocos, la pelea puede tornarse un infierno. Una de las grandes discusiones en los juicios de divorcio comienza cuando uno de los dos cónyuges exige una compensación económica. Un 70% de las mujeres exige una indemnización, pero sólo un 25% la recibe. Se trata de un porcentaje bajo, debido, sobre todo, a que las mujeres tienen cada vez más independencia económica. Sin embargo, entre los matrimonios más antiguos se trata de una práctica recurrente que puede convertirse en un seguro de vida. Es así como existen casos en los que las ex esposas se quedan con pensiones millonarias: una mujer de 50 años aseguró una compensación de un millón y medio de pesos mensuales más la renovación de su auto -con un costo no menor a 800 UF- cada cuatro años de aquí al 2018.

Todo esto, a pesar de que el 45% de los divorciados se casó con separación de bienes, por lo que no existe patrimonio común.

domingo, 1 de agosto de 2010