viernes, 21 de mayo de 2010

Más del diccionario flaite-español

Aquí van otras joyitas, aportadas por los alumnos del 2ºD:
- No vai a entrar!: No vas a ser tan tonto como para creerme.
- Este weon es 2010: Era tonto pero se rebeló y ahora es bacán.
- Quesillo: tonto.
- Choro de cartón: que se hace el choro pero no le sale
- Perro blanco: es el que vigila las transacciones turbias en la población para avisar por si viene "la ley".
- Perro gordo: Alguien que anda con mucha plata o joyas.
- Pelá: una mujer que anda con muchos hombres al mismo tiempo...es la evolución de "poncia".

Impresiones penquistas

Está oscureciendo y hace frío en Concepción. El centro de la ciudad aun está medio en ruinas y la sensación térmica baja todavía más cuando pasamos por espacios vacíos donde antes hubo casas, comercios, vidas. A eso de las siete de la tarde, la gente comienza a desaparecer de las calles y pareciera que en cualquier momento salen a pasear los fantasmas. Hay un intenso olor a humo que viene de las chimeneas de los hogares en los que seguro a esa hora se toma una once sureña, con pan caliente y té con leche.

Algunos grupos de jóvenes abrigados se juntan afuera de las botillerías, preparándose para la noche de carrete de un día feriado. Sólo los rayados de los muros indican que en esta ciudad hay algo de vida y de reacción: mucha rabia contra el gobierno, contra el sistema o contra los pacos.
El resto, es frío y bruma. La bruma hace que la gente adquiera un aspecto gris, aunque estén vestidos con colores vivos.

Llegamos caminando hasta el lugar que pretenciosamente ha sido llamado la "zona cero", el sitio más afectado por el terremoto: el edificio Alto Río. Es de noche, por lo que el edificio de departamentos desplomado sólo es una masa de concreto con orificios desde los que días después de la tragedia los equipos de rescate sacaron a personas vivas y muertas.
Sólo recuerdo el testimonio de una mujer, que al salir de ese edificio pensó que toda la ciudad estaba en el suelo y se decepcionó hondamente al ver que solo había sido su casa. Qué raros esos días en los que todos pensaban solo en si mismos.

Ahora, por calle Barros Arana solo quedan los escombros, que la gente elude distraída y acostumbrada al paisaje de ruinas y hoyos en las calles. Mi hermano y yo hacemos un esfuerzo mental por recordar qué había en lugares como la esquina de Rengo con Barros, donde hoy sólo queda un montón de tierra, pero no somos capaces. Como dice la sabiduría popular "uno nunca valora lo que tiene hasta que lo pierde". Así mismito es.

jueves, 20 de mayo de 2010

¡Andate a tu población!

A veces la desesperación de ver que nuestros alumnos parecen no querer cambiar sus actitudes negativas nos lleva a decir cosas de las que quizás después nos arrepentimos. Eso es lo único que podría justificar el episodio que voy a relatar, sucedido esta semana en mi querido-odiado liceo de Puente Alto.

Hace algo menos de un mes la dirección del colegio decidió que los inspectores, figuras siempre temidas en los colegios, entraran a las clases de matemáticas y lenguaje en los segundos medios. La razón:los nulos resultados de un ensayo Simce: 5% de aprobación en lenguaje y 0% en matemáticas.

Las clases se convirtieron en una taza de leche y algunos alumnos, de puro asustados, tomaron por primera vez un cuaderno para trabajar.

Sin embargo, en los últimos días ha habido problemas. El curso del cual soy profesora jefa, que es del grupo de los ordenados, empezó a tener conflicto con el inspector que le asignaron. Y la guinda de la torta ocurrió cuando este inspector le dijo a un alumno que se pusiera de pie, a lo que el chiquillo le contestó "Calmaaao!" El inspector lo miró con furia y le dijo: ¿Crees que estás hablando con los de tu población?"

La cosa no terminó ahí, pero la frase encendió tanto los ánimos que al otro día aun seguían hablando del tema. Y me interrumpieron una clase para contarme la historia.

Si alguien me hubiese dicho algo así cuando era alumna, me enveneno de pura rabia. Por eso no se muy bien qué pensar sobre el episodio. ¿Cuál es el límite que tenemos profesores y administrativos de un colegio para conseguir "enrielar" a nuestros alumnos? ¿Está bien que alguien encargado de la formación de adolescentes diga cosas como éstas, que no hacen más que revelar el desprecio que siente por las condiciones de vida de los cabros?

Sigo pensando y no llego a nada.

Los super profes

No se muy bien si creer todas esas recetas que hablan de cómo debiera ser un profesor exitoso, porque muchas veces lo que se describe en esos estudios es a un super hombre o una super mujer. Faltan horas del día para hacer todo lo que se supone que un buen profesor haría en sus clases, en sus planificaciones, e incluso, con los padres de los alumnos.

Hoy escuchaba a dos profesores que señalaban que para ellos, el proyecto más importante de sus vidas es su familia y por lo tanto no estaban dispuestos a regalar horas por quedarse hasta más tarde planificando o terminando con las tareas pendientes del día. ¿Qué se le puede decir a alguien tras un argumento como ese? Menos todavía cuando el sueldo es tan bajo, que dan ganas de ponerse a llorar frente a la colilla de pagos todos los fines de mes (Hace una semana salió en La Tercera que los profesores ganan un 45% menos que el resto de los profesionales).

Una de las cosas que he comprendido en estos meses es que es imposible no llevarse trabajo para la casa. Si no es la planificación, son las pruebas, o los papelógrafos (sí, aun se usan!). Solo queda hacerlo más agradable con los recursos que se tienen. Por ejemplo, corregir tomándose una cerveza rica o pedir a los amigos que pongan las notas cuando ya está todo revisado.

Pero esta es una situación ideal, en la que no hay que llegar a cuidar a los hijos, estar con la pareja, cocinar para mañana, ayudar a hacer tareas, cuidar a la mascota, etcétera. Mi pregunta es ¿Cómo lo hacen esos profes que además tienen que luchar con todas estas tareas domésticas?

Algo no cuadra en este sistema.

sábado, 8 de mayo de 2010

El profesor Banderas se moriría

Para enganchar a mis alumnos les dije que en los primeros minutos de la clase ellos tenían que preparar el diccionario del Liceo Comercial. Se trata de las típicas frases que te dejan colgada cuando estás haciendo clases y los cabros se hablan entre ellos.

En uno de los cursos, un chiquillo me dijo: "ahh...esto es como el diccionario Español-Flaite, Flaite-Español", y así quedó bautizado.

Esta idea, como muchas, no es original: Recordé al escritor Tito Matamala, quien fue mi profe de Redacción y en cada clase pedía a los alumnos formas de denominar al copete o trago, para crear su "Manual del buen bebedor"....recuerdo que a mis compañeros les gustaba que el profe quisiera aprender de ellos.

De más está decir que los alumnos se motivaron, así que lo recomiendo a mis queridos amigos Pech (Profesionales Enseña Chile).

Les dejo una muestra:

- Del Corte: algo muy bueno "La fiesta estuvo del corte".
- De Perro: malo, fome.
- Doméstico: ladrón, que roba en su mismo barrio. (Aporte de Digna y David, gracias!)
- Monrra: robar en un lugar deshabitado.
- Andai con vacas robás: Andai con puros cuentos.
- Chechear: tener un affaire con alguien.
- Estamos nítidos: Estamos bien.
- Fichón: El más inteligente.
- Corretiao: "Corrido", que no asume sus responsabilidades.
- Te pegai en el cogote: "andai sapeando", acusar a alguien.
- Perro bomba: alguien que hace caso a todo, hace lo que le piden.

Luego vendrán más terminos!
El diccionario Español- Flaite Flaite- Español es marca registrada, jejeje.


martes, 4 de mayo de 2010

A veces todo se pone negro

Hoy fue un día fatal. Mis alumnos se portaron muy mal, agresivos como nunca o quizás, por primera vez sentí la impotencia de no saber controlarlos.
Tenía que hacer una prueba de un libro muy fome, "Nada menos que todo un hombre" de Miguel de Unamuno. Nadie, excepto cinco cabros, lo habían leído.
Es cierto que no es una invitación fascinante a la lectura, pero por último, que lo hicieran por cumplir.
Más encima, se pusieron choros. No se callaron a pesar de las amenazas de quitar la prueba, de anotar en el libro, de llamar a sus apoderados. Perdí todas mis armas. Me dio rabia, pena, todo junto. Me quedé en silencio los últimos minutos de la clase. Y nadie pareció darse cuenta.
Para colmo, hace dos meses que no me pagan el sueldo. Ya no aguanto más la falta de respeto de tener que ir a rogar que por favor me paguen lo que corresponde: 37 horas a la semana sacándome la cresta, trabajando más que nunca en mi vida, levantándome temprano, recorriendo la mitad de esta ciudad con frío, con calor, apretada en el metro, con sueño.
¿Y cuánto sería eso?
300 lucas.
300 miserables lucas que debo ir a buscar como si me estuvieran haciendo un favor.
Es indigno, es humillante.
Por eso tengo rabia.