miércoles, 22 de septiembre de 2010

Celebrando los 200

Esta cosa de las fiestas patrias siempre terminan saturando de patrioterismo, "banderismo", chovinismo y todos esos ismos que nos hacen sentir como borregos siguiendo discursos que llaman a una cosa indefinida que bautizan como unidad nacional y defensa de los valores patrios. Me cargó la celebración oficial del bicentenario porque estuvo repleta de discursos excluyentes: que somos un país a punto de ser desarrollado, sin grandes conflictos sociales, que baila cueca, que se levanta del sufrimiento una y otra vez...En fin, discursos todos que dejan fuera a una parte importante de los chilenos, que solo tienen como misión en la vida ser comparsa de una elite que los incluye en su imaginario (y en sus oraciones, por cierto) cuando quedan atrapados en el interior de un yacimiento minero.

Estas celebraciones son un reflejo de lo que nos falta como país. Mientras todos los supermercados adornaban sus góndolas con banderas y papelería tricolor, se negaban a dar feriado a sus trabajadores. Y cuando una ley los obligó, los dueños de uno de ellos, el Jumbo, decidieron que mantendrían sus locales abiertos durante tres días para que los consumidores pudieran comprar la carne para el asado, incluso si se les ocurría hacerlo a las 3 de la mañana. Un local abierto 24 horas no sería motivo de reclamo si esta misma empresa no pagara la miseria de $ 2.400 pesos por hora extra a sus trabajadores. Viva Chile.

Eso es la celebración oficial. En cuanto a las celebraciones personales, debo decir que esta fue una de las mejores fiestas que he pasado en mi vida. Fui a casa de mis padres en la localidad rural de Pataguas Cerro. Y pude vivir un poquito como vive esa comunidad. Fue increíble: no paramos de reír, bailar, comer cualquier cosa salida de las cocinas siempre encendidas, tomar mate. Y fuimos con familia y amigos a la fiesta costumbrista. Una fiesta en la que no se escucha más que grupos folclóricos de la zona y se come sólo la comida tradicional, por decisión de los organizadores. Lo único que estos huasos no pudieron evitar es que se vendiera ron....hay algunos que no abandonan sus costumbres etílicas por nada.

Más que por la fiesta, lo que de verdad hizo de esta celebración memorable es que todos parecían ser amigos. Incluso los que no se habían visto nunca se saludaban e intercambiaban palabras, cosa que no es muy habitual en el cotidiano chilensis. Alguien te sacaba a bailar y no podías decir que no. Y cuando pusieron cumbias, los jóvenes no aguantaron mucho rato y pidieron que volvieran a tocar cueca.

En esta feria, el grupo que está contra la termoeléctrica tuvo su stand. Aunque terminé medio insolada por estar toda la mañana armándolo, fue una gran experiencia. Mucha gente se acercó a preguntar, a firmar su apoyo o a decir que estaba a favor de este tipo de plantas. Fue enriquecedor y a la vez, una muestra de que no estamos tan dormidos como parece.

La despedida de esta fiesta y de los amigos fue triste, como si hubiésemos compartido toda una vida. Nos abrazamos con nostalgia prematura porque va a pasar mucho tiempo antes de que volvamos a vernos. Ojalá sea en una celebración como ésta, en la que la sencillez es la premisa y el ánimo de disfrutar y conocer a otros, lo que se debe llevar puesto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario