jueves, 9 de septiembre de 2010

Diego Portátil

Fui a ver el documental "Diego Portales, la Ultima Carta". No me acuerdo el nombre de la realizadora pero es de la productora "Sólo por las niñas". La historia parte cuando encuentran los restos mortales del ministro -que fue un presidente en las sombras después de la Guerra de Independencia- en la Catedral de Santiago. Portales es retratado como un tipo duro, que hace lo que está a su alcance, desde desterrar a sus enemigos, fusilarlos y decretar leyes secretas, para que el país tenga un orden aceptable para poder empezar a hacer negocios en él.
La cosa es que me queda la misma sensación de siempre respecto a los personajes históricos: pueden ser unos salvadores de la patria o unos verdaderos hijos de puta. Nada nuevo en eso, salvo las intervenciones de Gabriel Salazar, siempre poniendo la nota izquierdosa entre tanto historiador de derecha.
Salazar es un maestro. Premio Nacional de Historia, dedica su investigación a todos aquellos que la historia oficial no cuenta, como los niños guachos, peones, proletarios...los pobres.
En una de sus intervenciones, Salazar concluye que nuestra idiosincrasia es hija de la dictadura (de todas las que han habido en la historia de Chile) y de las intervenciones militares. Todas nuestras constituciones nacen a partir del autoritarismo. Nunca pudo participar otro que no fuera adicto al tirano de turno, pensemos en un Jaime Guzmán en tiempos de Pin8. De ahí en adelante entonces...todo mal. Se nos dice que somos un país ordenado, pero en realidad somos un país plagado de sumisos ante el autoritarismo de unos pocos (concluye el documental), los mismos de siempre. Los que redactan constituciones, los que reprimen en la calle y los que en unos cien años más van a ser encontrados y vueltos a enterrar, como Portales -el gran puta madre de la patria- con honores de Estado.

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